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  • Vitorio es el tío de Vanessa Mariani, una de las redactoras de El Crisol que disfrutaba de este premio en forma de viaje. Vanessa llamó a su familia y fueron a recibirnos. Nos encontramos dentro del Vaticano. Ellos viven en Tívoli y habían cogido el atasco de la mañana, que como todo en Roma, suele ser monumental. Acudió su tía, su esposo Vitorio y Romeo, su hermano, que tambíén fue protagonista de la última edición de El Crisol, con una historia que Vanessa conoce muy bien. La vitalidad de su familia nos contagió, pese a que madrugaron mucho para coger el tren y llegar pronto a Roma, antes de que lo hicieran la multitud guiada de las excursiones. Si a ese madrugón, le sumamos las eternas veladas después de las copiosas cenas que nos dispensaban en el barco, entonces podríamos explicar el cansancio y mi insistencia para que apresuraran el paso. \nVitorio nos mostró la eterna cola del museo del Vaticano, nos llevó a la terraza del palacio de las aurigas de bronce y los más osados subimos para ver una increíble vista de Roma. Luego nos condujo al Coliseo y nos indicó las mejores fotos. Caminamos por las calzadas romanas tejidas con piedras ciclópeas. Nos mostró el foro romano y el nivel y supersposición de las culturas. Vimos la loba capitolina y a Rómulo y Remo constatar el mito del origen de esta ciudad. Todo resulta más sencillo cuando te dejas llevar y no tienes que acudir en cada momento al mapa para situarte. Entre italiano y español conversábamos y acudíamos a Vanessa cuando no entendíamos algo. Aitor conversó bastante con Vitorio, incluso le preguntó el porqué de una Plaza de España en Roma. Nuestro encantador guía se lo explicó con la paciencia del mejor maestro, y creo, que lo entendió. Realizamos un parón para comer una pizza rápida en una especie de Mc Donnals. En Roma no se puede comer a la carta si no tienes una buena tarjeta de crédito. Allí le cantamos el primer cumpleaños feliz a Almudena que hacía dieciséis septiembres. Al salir acudimos a la Fontana de Trevi, todos queríamos regresar y teníamos que arrojar la moneda. \n\nNecesitaríamos más de una semana para ver y disfrutar de todas las joyas y el encanto que esta ciudad contiene. Hablando de joyas y de otros artículos, Nadin no dejaba de mirar las tiendas. Frente a la Plaza de España se dispone la calle del lujo donde no existen los precios. En la Fontana nos encontramos con la mama de Vanesa, su abuela. Una mujer encantadora y cien por cien italiana. Degustaba un típico helado y se despidió de nosotros en la estación, ofreciéndonos unos exquisitos caramelos italianos. Después de la cena en el salón Galaxy del barco sorprendimos por última vez a Almudena con una carta que estaba para chuparse los dedos y con una felicitación conjunta de la tripulación. Creo que se emocionó. Todos los días no se cumplen dieciséis años de viaje con los amigos y en Roma. Nunca lo olvidará.\n
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  • 2007-09-20 13:06:55
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  • Vitorio, nuestro lazarillo por Roma
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