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    \n\nAquí voy a alquilar una de mis frases favoritas, que dice que Todo Terminó Dónde Empezó. Pero un elemento gracioso al muy final de mi viaje interrumpió toda la emoción triste que había acumulado para la despedida: al meterme en el metro que me llevaba al aeropuerto Barajas el último día de mi viaje por España, no sabía de qué terminal saldría mi vuelo de vuelta. \n\n

    \nTuve que preguntar la dirección otra vez igual que el primer día cuando llegué. Un chico en el metro me sugirió que bajara desde la estación de "aeropuerto T1,T2,T3" de la línea 8 que por si acaso mi vuelo no saliera de ningún de estos terminales, de allí podría cojer un autobus gratis hasta el T4. De hecho esa solución ya la había sabido yo, pues sería una crueldad exigir a un español saber exactamente el terminal de lo cual sale un avión para China. Le di muchísimas gracias, como a casi cualquier persona con quienes había hablado durante toda mi estancia. Dice un escritor que en los caminos de un viaje las ayudas más pequeñitas que ofrecen los demás se pueden convertir en algo tan importante como para recordar y agradecer el resto de la vida, y que los viajes les hacen a las personas más accesibles , y más agradecidos. \n\nBajé de la estación de T1,2, 3, caminé hacia la salida con la esperanza de no tener que seguir “viajando” en un bus, aunque durante todo el tiempo la conveniencia del transporte público de España me ha impresionado mucho—por lo menos comparado con lo de China. No había tenido ninguna dificultad de encontrar una estación de autobus o tren ni hacía falta esperar un mogollón de tiempo para comprar un billete. Compré mi billete de tren de Barcelona a Málaga 6 horas antes de marcharme; cambié varias veces la hora de salida de mis billetes de ALSA; subí a un autobus en Sevilla en lo cual sólo había el conductor y yo...todo esto en China es una imposibilidad total, debido a la enorme población. Bueno, aquí no me entiendan mal, en China también tenemos metros, colectivos y trenes para todo lado, creo que basta con explicarlo con un ejemplo que si en China paguemos el autobus directamente al conductor, se quedará allí parado para toda la eternidad.\n\n\n\n\n\n

    Ahh,, ya volvemos a Barajas. Cuando llegué a la salida de metro, me alegré mucho: Estuve aquí, estaba segura de eso. Vi la misma estructura del edificio, las mismas máquinas automáticas que venden billetes, y quizá a la misma mujer que me cobró los primeros 2 euros en mi vida el primer día cuando llegué. Y de repente, la sensación triste me invadió de nuevo: aquí está el verdadero fin de mi estancia en España. No más billetes, no más autobuses ni trenes, no más hostales ni bares, y lo más terrible de todo, no más castellano saliendo de las bocas de todo el mundo que me rodea. Hasta ese momento me quedé 2 preguntas todavía, que me dirigí hasta la Información del aeropuerto y le pregunté al señor que trabajaba allí :” Hola, aquí hay oficina de correos?” “Sí, “ él me indicó la dirección y me dijo que se abriría a las 9am. “y, otra pregunta, hay prensa?” “Sí, allí a la derecha”. Todavía era temprano, eran las 7.40am creo, me senté encima de mi maleta y me puse a leer el libro que compré en el Corte Inglés de Sevilla: “El Peregrino de Compostela”, porque esta vez no me ha dado tiempo para conocer el norte de España. “La próxima vez voy a recorrer el Camino de Santiago, así que conoceré todo el norte de España.” Así lo digo siempre. Pero la verdad es que no lo sé, pues eso nunca se sabe. \n\n

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    Después del “check-in” de mi vuelo, corrí a la oficina de correos para mandar una postal para mí misma: siempre lo hago durante los viajes. Era una postal del mapa de España que compré en la Rambla de Barcelona el día anterior. Sí, el día anterior estuve todavía en Barcelona, sentada frente de la Rambla del Mar tomando un café, e imaginando que me quedaría allí como una persona más. Pero a pesar de que leí la novela en la playa, en los bancos de las plazas desconocidas y todo, mi destinación fue no más que un autobús nocturno a Madrid, y luego, el avión. ........Fui después corriendo a la prensa para comprar un ejemplar de El País como un recuerdo, ya que allí tenía la fecha impresa. En una página del periódico de ese día dice que una tienda china en Madrid fue robada y la dueña de unos 42 años fue matada por un chico local de unos 30 años. Estaba también una foto de la hija de la mujer asesinada llorando delante del cadáver de su madre. Cerré el periódico, no quería leer más noticias. Me gustaría quedarme sólo con las memorias de las clases en la Universidad de Salamanca, de la tienda de productos argentinos de Toledo, de los 3 días de caminata en Sevilla, del sol de Fuengirola, del año nuevo chino en Madrid y Alcalá de Heranes, de las 2 visitas dentro de un mes a Barcelona, y de todas las paradas de autobús o tren de unos 15 a 20 minutos en los caminos...y, lo más importante, el deseo de volver a pisar esta tierra un día no muy lejano. \n\n\n\n\n

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  • Mi Viaje por España : La última mañana y la más lenta
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