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\nUna de las cosas más enriquecedoras es viajar y conocer. Digamos que España la conozco bastante bien, pero es que, además, viajo todos los días para acudir al centro en el que trabajo. Viene esto al caso porque mientras viajo en mi propia compañía tengo tiempo suficiente para que me venga a la cabeza con asiduidad la misma pregunta: ¿es España diferente?\n\n\n\n
 Me gusta fijarme en los detalles del paisaje, en el cuidado del campo, el mimo por los jardines y también en la construcción típica de cada zona, pero muchas veces a uno se le cae el alma a los pies contemplando ciertas barbaridades como casas de piedra noble reconstruída de ladrillo y cemento, tejados que deslucen las construcciones, rechamantes fachadas o casas contiguas cada una mostrando una altura diferente. Y es que todo esto en los lugares del extranjero por los que pisé no lo ví. No es que todo lo extranjero sea mejor, pero sí se conserva más la construcción y se miman más esos pequeños detalles que convierten a las ciudades y pueblos en más acogedoras. Puede que todavía en algunos aspectos se note esa falta de"tacto", de gusto por la conservación provocada por el aislamiento de la dictadura, y es que cuarenta años son toda una vida. Pero también es verdad que para eso están las autoridades: alcaldes, concejales de urbanismo o Patrimonio para impedir y corregir en lo posible todos esos despropósitos que afean tanto nuestras ciudades y pueblos y que no favorecen en nada la imagen de los mismos.
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