LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_FCATUS_2010_7_13_SOBREVIVI-AL-ODONTOLOGO

Ni estoy a la mitad de mi vida, ni veo a Beatriz, ni al poeta y en la puerta el mensaje tiene que ver con las horas de oficina. Parece que el infierno cumple con la ley del trabajo. Iluminación enceguedora, uniformes impecables, ni un pelo fuera de su lugar, y para colmo, las sonrisas te alumbran el camino irredimible al purgatorio. Es mi cita con el odontólogo.\n\nA quien tratamos de engañar. Los chinos tienen razón, el balance no está en una dentadura perfecta, no puede estarlo a riesgo de la desarticulación de la carrera más temida por sus pacientes. A lo mejor la evolución nos espera en la bajada de las próximas eras sin dientes, como las tortugas. Un sólo diente tan blanco que podría ser usado como tablero o valla de anuncios. Cada sonrisa sería una entrada en ese trafico del futuro, quien sabe si inmediato. Los tatuajes serían dentales.\n\nPero por más que invente historias, me encuentro sentado y la anestesia preliminar disimula los estragos de una hipodérmica gigante, que me hace pensar en los equinos. Una cosa me lleva a la otra mientras la divagación es ayudada por el sedante local. Será de verdad esa muela gigante sobre el escritorio?\n\nParto de viaje al fondo de mi boca. Cada gesto del dentista sigue subiendo la factura y bajando los ahorros. A tenor de las fotos que logro distinguir en las paredes, quedan pocos lugares del mundo por visitar, muela a muela se ha ido labrando un recorrido alrededor del globo. Si juntara todas las piezas extraídas, adonde llegarían?\n\nApareció Torquemada de repente, el brillo de los instrumentos reflejados en la cara lo delatan y el terror en el ambiente emerge cómplice del trabajo de conversión. Recordé que el confeso seguía el único camino de salida del Tribunal, pero con la gracia a hombros, a diferencia de los fementidos. El sonido del taladro me recuerda la batidora en la cocina de mi abuela, incluyendo su ahogo y recuperación heroica con reverberaciones que siento en algún lugar entre el parietal y el trigémino, donde quiera que eso se encuentre.\n\nParece que hay una luz al final del túnel y no es la lámpara, es el fondo del cerebro tratando de decirme que el dolor es físico a esta altura. La traducción sigue teniendo problemas hasta que un grito primitivo escapa de mi pobre alma y rompe la tranquilidad de los consultorios, quienes en perfecta complicidad se mantenía en un silencio sospechoso.\n\nComo en una estampida, la gritería se impuso a todos los pacientes quienes aullaban sin reparo en esta casa del dolor. Las asistentes entraron en pánico y se perdió la calma que antes ahogaba el analgésico. El tropel no pudo ser contenido en la puerta y la desbandada arrastró a los consultorios vecinos.\n\nPara qué describir una evacuación en medio del pánico?. Basta con lucir como sobreviviente. Todo un héroe para la crónica del día. Cuando bajó el fragor, el dentista retiró el tapaboca de su cara y recogiendo la hipodérmica del suelo, levantó una ceja mientras se dirigía a su pálida asistente – de donde haz dicho que viene la nueva anestesia?\n\n