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  • Puente al futuroAngie se encontraba radiante cuando llegué casualmente a su café el día de la apertura un Sábado de finales de otoño pasada media mañana. Como buen turista de gastronomías terrenales me aventuré por la puerta de un vistoso local de principios del siglo pasado, cuyas glorias aún revolotean por el lugar. La planta alargada provista de algunas mesas de formica y estructura plateada con elevadas sillas de taburete redondo tapizados de hule rojo brillante, conforman el espacio del disfrute. En la época de desencuentros y falta de futuro, las aventuras de hoy día ofrecen sorpresas de este calibre al viajero que se atreve a recorrer la ruta de los sueños hacia la libertad de una costa a otra de este país, tal como la pavimentara Jack Kerouac en su apertrechada rumba interminable entre Nueva York y San Francisco.\n\nUno tras otro pueblo de Oklahoma recorrí en su nombre mientras me dirigía al Norte hacia Kansas. Infatigable víctima de los vientos en su peor de las formas, pasé por asentamientos auto proclamados de maneras ingeniosas, gracias a muchas razones de por medio, como Chotepa, conocida por la “Capital de la Nuez” cerca de la frontera con Missouri.\n\nLa carretera me regala las últimas pinceladas de verde mientras me dirijo al Este, en campos adornados de cuadrúpedos que a veces me ven pasar justo a la velocidad permitida, antes de seguir su juego rumiante e indolente. A muy pocas millas de la frontera del estado, llego al pueblo clásico en medio de la nada que cuenta con el cruce de rutas necesario para causar una parada, capaz de hacer bajar a los tripulantes que van y vienen sobre este mapa infinito. Se llama Baxter Springs y claro que vivió mejores días. Quizás hace 100 años con la minería de extracción, o al menos 80 años antes de la gran polvareda que azotó los estados de la zona en un cambio climático ayudado por el abuso de la tierra. Lo cierto es que se ven los residuos de esas oleadas de impulso seguidos muy de cerca de cierta desolación, siempre bajo el aura de una institución que desde entonces ilumina en medida variable la vida de los devotos habitantes naturales de la región. La ruta 66.\n\nLa recuerdo como el ícono de todos los juguetes asociados a los autos que venían de Estados Unidos, una imagen fija con la señal de la vía, identificada según las normas, mientras la joven entusiasta va sentada en un convertible manejado por su compañero de aventura, seguidos de su pañuelo que se agita en el viento. Parecía un sueño recurrente, en libros, vallas, revistas y especialmente en películas que no dejaban de hacer referencia gratuita a lo que parecía un imán de esta sociedad. Recordé todos los personajes, situaciones e historias completas que se desarrollaban persistentemente a lo largo de un camino, desde Thelma y Louise, hasta Mad Max, desde Charlie Chaplin hasta James Dean inmortal y especialmente, la referencia al destino favorito de esa juventud que disfrutaba el aire libre mientras manejaba hacia California.\n\nHasta que llegó Kerouac y lo desnudó todo con su estilo irreverente, excesivo y frontal. Capaz de compartir la locura del alcohol con la virtud de la amistad, mientras concluyó que la vida es el camino y punto. El poema perpetuo y el México imposible con poetas y meretrices venezolanas de hace medio siglo. Parece que desde entonces no ha sido posible evitar la referencia a la búsqueda en movimiento de algo que realmente no se desea y al final no es necesario ni una palabra más, tal y como culminara su patética “Big Sur” acerca del delirio y la miseria de un borracho escritor que no al revés.\n\nCon esta impenitente tradición encima, me dedico a visitar las dos calles del pueblo que se cruzan como los destinos, cada una hacia su lado y es en plena intersección donde se abre la esperanza al futuro en pos del sueño que todos laboriosamente comparten aquí. Al igual que cada día y como en muchos lugares de este geografía, se inaugura un establecimiento para la ejecución de aspiraciones.\n\nApenas llegué como el primer cliente. Para ser alguien venido de tan lejos, estoy aún convencido que eso significa mucho. Como el café y la rosquilla de estreno y totalmente gratis, en medio de sonrisas a lo Jorge Washington, postizas. Pero la cordialidad abruma y debo seguir hacia ese destino que está en la vía. Quiero llegar sin dejar de disfrutar el camino. Por donde la rueda toca el asfalto y mi mente me lleva por esa inextinguible expresión de un camino que circunda el universo.\n\n
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  • 2010-07-14 10:56:38
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  • Angeles en la ruta
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