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  • Negro y blancoTaiwo traía de cabeza a todos en la escuela. De la prole del Shamán, no era ajeno a los preparados capaces de liberar la gravedad, o de poner en marcha reversa a los incrédulos capaces de retar sus límites. En una oportunidad se las arregló para inducir a toda un aula a marchar directo al chiquero porque se burlaron de su peinado, y lo hicieron cantando en medio del trance entre puercos indiferentes, hasta que el Rector hizo llamar a su padre para deshacer el trabajo.\n\nEntonces llegó la edad y se hizo adolescente, ahora se interesaba en las jóvenes de la tribu. Pero nada pudo lograr con sus artes y gracias propias. Para estos fines no le era permitido ayudarse de su farmacia personal, que guardaba suspendida en bolsas de fibra al fondo de su choza. Un desplante lo dejó sin pareja en la fiesta de graduación y en la mañana siguiente ya se encontraba en el puerto buscando trabajo a bordo. Las embarcaciones petroleras ubicadas a la altura del Delta del Níger estaban contratando ávidamente.\n\nLo encargaron de limpiar el comedor y el casino, tarea que se complicó cuando los veteranos de la tripulación vieron a un jóven atribulado luchando con los utensilios propios de la tarea. Y encima se burlaron de su peinado.\n\nAguantó estoicamente porque no tenía retorno. La aldea se hizo pequeña y debía perseguir su instinto natural. Sabía que estaba destinado a grandes cosas, como los primogénitos de su nación. De noche recordaba los cuentos alrededor de la hoguera, hablando de grandes triunfos de su gente, a lo ancho de esa parte de Africa y durante los años que se podían recordar. La llama alumbraba las caras que no perdían ni uno de los gestos articulados con gran pasión por el narrador, como corresponde a un pueblo de tan digna estirpe.\n\nEn su camarote muy de madrugada, preparó la venganza echando mano a su botica de la cual salió el mejunje para añadir al tobo de limpieza. La mopa se encargaría de esparcirlo. Era cuestión de tiempo para verlos cabeza abajo.\n\nNada sucedió en los sucesivo, excepto en el trato amable que le dispensaron a partir de entonces. No logró explicárselo hasta que un día muy temprano, consiguió a su gemelo Kehinde escondido en la litera del camarote. Había estado atenuando el efecto con otro recurso igual de eficaz, para protegerlo. Los Yoruba saben que están destinados a logros más grandes.\n\nA partir de ese día los mellizos se distribuyeron el oficio, mientras se divertían con su magia. Algunas veces se escuchaba un gran cacareo del casino, otras quebraban aurora temprano los gallos en algún lugar recóndito del buque. Cada uno de ellos se reía por su lado, dispuestos a ver quién llegaría a ser el Capitán de la nave. Era sólo cuestión de tiempo y de hierbas.\n\n
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  • 2010-07-20 23:09:56
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