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  • Ejecución de altura\n\nLas lágrimas de los presentes corrían raudas hacia la almidonada orquesta mientras la música movía el cielo con nubes danzantes que llovían en perfecta conjunción melódica de esa batuta indetenible, ahora a cargo de los latidos de la audiencia. Jamás un concierto acumuló tanta expectativa ni los músicos vivido un evento de esa naturaleza, mientras las pasiones desbordaban el inmenso aforo que lucía sólido y rendido a la magia de partituras con el sonido inédito de esa noche.\nNo se trataba de la notoria juventud del Maestro a cargo de los graves ejecutantes, ni siquiera tenía que ver con su atribulada melena en contraste con los afeites rigorosos de los profesionales y los tocados de las damas de la respetable Filarmónica y del público. Se trataba de la conexión existente en el estrado de una orquesta que se encontró con la música, los instrumentos y la pasión requerida para interpretarla. Entonces se elevó la mano y se hizo el silencio absoluto, la tierra escuchaba lo mejor que la humanidad podía brindarse. Y con un gesto poético, cayeron las barreras entre las naciones, la maldad en retirada dejó espacio a la esperanza y brilló con luz invencible, ese amor que no deja de residir en el alma, nunca. El torrente de notas apartó la miseria, borró los pesares y permitió soñar de verdad, mientras los arcos barrían con ardor los acordes y el viento soplaba cantos de belleza. Durante el acto musical fuimos humanos.\nLa entrega del maestro era total, la energía en el ambiente podía iluminar el mundo entero y la pasión goteaba por las paredes mientras inundaba la sala. Jamás se vio un director musical hablarle de esa manera a los ejecutantes, pero esa noche hubo gritos que no se escucharon, gruñidos y arrullos que salían de los gestos tras la batuta. Exigentes, determinantes y particularmente arrolladores, mientras las sillas de la orquesta apenas contenían el ritmo al cual nadie antes daba puerta franca como ahora. Emociones surcaban los rostros hasta esa noche adustos de los miembros de una orquesta que se graduaba finalmente y encontraba con el destino que la música guarda para sus cultores. A partir de entonces nadie va a percibir una nota de la misma manera, ni Mahler será alguien en la distancia.\nMientras los acordes y la melodía llenaban la atmósfera, la orquesta seguía demostrando de lo que se es capaz cuando la entrega supera el cálculo. La vitalidad se hizo presente con aire juvenil para desempolvar maquillajes, vestuarios y escenarios completos. Una sección de los instrumentos de aire ejecuta de pie una parte del movimiento como nunca antes se había atrevido nadie. La incrédula alegría perspira en los músicos y la respuesta es más entrega. El éxtasis está a un compás de distancia.\nCómo va a concluir una ejecución de esa naturaleza si el alma no deja de vivir? La última nota de la noche no cerró un concierto histórico, abrió los brazos a la vida como cuando el emocionado director abrazó al concertino al dejar atrás el escenario, a quien finalmente se le pudo ver despeinado ante los embates de un emocionado Maestro cuya melena nunca dejó de moverse con energía indetenible, igual que su talento.\n\n
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  • 2010-07-04 14:42:48
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