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  • La guerra y la paz\n\n“Cuando suenan las armas las leyes callan” dijo Marco Tulio Cicerón (106-43 A.C.) el Patricio de las Catilinarias y de las Filípicas, capaz de hacer temblar los poderes con su oratoria e igualmente inteligente para comprender la brutalidad de esa realidad bélica. Hoy día parece que no la entendemos totalmente mientras vemos que es necesario más que la diplomacia para aplacar la venganza, contener el deseo de sangre y someter la locura desatada que ha afectado naciones enteras mientras otras juegan irresponsablemente a la guerra.\n\nNo puedo culpar a mi más remoto antepasado cuando sorpresivamente tiró la piedra contra su semejante y corrió la primera sangre humana a causa de un miembro de la misma especie, cuando frente a la presa recién cazada no lograron discernir cómo repartirla entre sus hambres de manera más inteligente.\n\nCuando suenan los cubiertos las armas callan (Inter epulae arma silent en la lengua de Virgilio), debería rezar con elegantes letras de bronce patinado la gran pared del comedor de las Naciones Unidas, para recordarle a cada representante de los pueblos que ahí cohabitan que no hay acto más civilizado que compartir una comida, con todas las reglas del juego sobre la mesa, observadores a ratos, comensales a otros, en fin un pequeño gran momento humano frente a las mismas presas que nos enfrentaron en su momento durante nuestra pasantía cavernícola.\n\nComo un tributo a esa gloría cotidiana pero efímera de la alimentación entre semejantes, visité un restaurante libanés cuya atmósfera calmada y repleta de aromas brinda a los que se acercan a ese templo de la buena comida y la convivencia, todas las esperanzas que puedan aspirar en este momento para seguir siendo una especie que se respete a sí misma.\n\nEl local está dividido en tres galerías cuyos arcos paralelos a la entrada se alejan en una cantidad ambientes contiguos y abiertos con mesas de distintas configuraciones para diversos grupos. Apenas se traspasa la puerta de madera y vidrio, nos encontramos con una línea de servicio ubicado al extremo derecho del salón múltiple con un riel que corre a todo lo largo del local para el autoservicio y frente a la inmensa variedad de platos colocados detrás una pared de vidrio que permite recibir el plato de manos de los cocineros, al ser servidos de grandes fuentes capaces de dotar las más grandes caravanas de beduinos en busca de alimento.\n\nPrimero se hizo el pan, según esta cocina, porque el horno de ladrillos está justo al lado de la entrada y mientras uno toma la bandeja y los cubiertos, los panes pita salen sin detenerse, inflados de amor y calor directo hacia las paneras de quienes iniciamos esa travesía de sabor mediterráneo.\n\nLa primera tanda de fuentes está ricamente adornada por los colores de ensaladas griegas, de pepino, tabule y otras de colores brillantes, seguida de las espectaculares cremas de pimentón, berenjena y el Humos, mi preferida, las cuales son servidas de manera maquinal pero amorosa con su huella de camello en el centro, pimentón en polvo y aceite de oliva para matizar. A continuación, antes de la tanda de vegetales, la invariable y exquisita sopa de lentejas, para darle entrada a los vegetales preparados como los ramilletes de coliflor rebozados o el tomate guisado con garbanzos, falafel, kippe en todas sus presentaciones, cuscús, papas con culantro, quimbombó egipcio, pepinillos asados en salsa, envueltos de hojas de parra, arroz con pasta tostada y en general toda una gama colorida que sirve como acompañante de los verdaderos protagonistas del evento cultural.\n\nLos mensajeros de la paz son los pinchos de carnes diversas, shawarma de pollo o carne en pita o en el plato, pollo al curry, carne guisada o mi favorita la pierna de cordero, aromatizada con romero, limón y pimentón de manera ligeramente diferente a los vecinos de Grecia pero igualmente apetitosa.\n\nAntes de llegar a una pirámide de dulces, de la cual destaca el Baklava y la Kimafa o sus similares delicias de pistacho, trigo, almendra y miel, dirijo la mirada hacia la clientela de todas las razas y veo paz y felicidad en sus caras de comensales sentados uno junto al otro, en mesas diversas de donde emergen risas, conversaciones y especialmente el sonido de los cubiertos que debería resonar en todo el mundo en este momento tan oscuro que estamos viviendo.\n\nCon el tributo a la inteligencia que llevo en mis manos camino a la caja registradora, me permito ser optimista porque dudo en el fondo que no seamos capaces de compartir un buen plato cuando nos lo proponemos.\n\nEsta Pax Gastronómica a diferencia de la romana, debería ser eterna y no deberíamos confundir la expresión griega que obliga a concluir que la guerra no tiene nada de bella.\n\n
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  • 2010-07-04 14:53:31
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  • De bella nada
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