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  • La sabiduría \n\nEl timbre de la escuela irrumpió la mañana fresca de principios de Octubre, un mes bueno para la meditación, mientras el Director se preparaba para su discurso de bienvenida de los estudiantes al nuevo año escolar. Empezó a hablar antes de culminar el sonido que le precedía en los parlantes de la institución, a sabiendas de aumentar la confusión natural entre los recién llegados, estado que por alguna causa no establecida le generaba una tántrica satisfacción. No había perdido esa pérfida costumbre desde sus clases de Oratoria en su amada Escuela Cínica. Su media sonrisa lo delataba, mientras las palabras se mezclaban imperfectas en el aire dispersando un desasosiego inesperado en las filas a esa hora del día. Al disminuir gradualmente el rutilante sonido de la campana, ya había avanzado en el tema central de su mensaje lo suficiente para evitar el rechazo que auguraba de todos modos. Más horas de estudio, menos actividades de campo y los mismos profesores de siempre, en lo que dieron por llamar un nuevo estudio curricular. Cerró la carpeta con un gesto de satisfacción inocultable en su faz a expensas de la razón misma de esa institución que se preciaba de dirigir.\n\nDonde estaba la lógica de esa decisión? se preguntaban los seguidores de Aristóteles, sin esperanzas de obtener respuestas de los encargados de imponerla, secuaces del Director a ultranza. Y el estudio de la amistad? Clamaban lo Epicureanos, sin maldad en sus trémulas expresiones, mientras regalaban sonrisas y flores que salía a manos llenas bajo sus togas funcionales de colores naturales. El ambiente se mantuvo estable por algunos segundos hasta que al fondo del patio donde no hay sombra al mediodía, el líder de los Estoicos elevó su voz grave de adolescente y antes de perder el tono, escurrió – Ya para qué ¡. El silencio apenas duró lo suficiente para dar cabida a una carcajada masiva que batió la masa por igual en convulsiones sin ritmo como si se tratara de una gelatina multicolor apenas iluminada por el tímido sol de otoño. Alejados de toda esta ocurrencia del patio central de esta Escuela de Pensamiento, un grupo desaliñado y extemporáneo se encontraba fuera de la vista del Director o de sus áulicos canes, en plena disertación del día. Consta de los mejores estudiantes de cada sección y en su presencia los profesores desarrollan un maniqueísmo clásico al ir de los extremos del odio o la admiración. Estos Escépticos se imponen por estilo y ocurrencia. Nadie les supera en la oratoria, su lógica es impecable y en política son demoledores con sus oponentes. Juegan al cinismo con una mordacidad espantosa y son capaces de hilvanar con la misma intensidad un fundamento lógico tanto en un sentido como en el opuesto, ganando en ambos casos la fanática celebración de la misma audiencia. Nada les es ajeno, todos sucumben a su indomable deseo de desmontar convenciones, sin hacer uso de ellas. No creen en nadie, ni en ellos mismos y el peor cargo de su agrupación es la de su representante, al cual cambian con mayor frecuencia que sus peinados. Son irredimibles e irreverentes, pero admirados a rabiar por su desfachatez y pensamiento liberal a toda prueba.\n\nComo todos los años anteriores, la competencia de pensamiento libre estaba prevista para finales de la semana, con los mejores estudiantes de cada Departamento.\n\nLos Cínicos tendrán a Vermín, desgarbado, de ojeras unidas bajo la ceja única y aspecto gótico, con capa de satín morado, toga negra, voz sepulcral y aspecto patibulario para mayores señas.\n\nPor la Escuela de Epicúreo, viene Jazmín, de trenzas atadas con un tocado de siemprevivas, en bartola de lino natural, sandalias y una sonrisa imperdible incluso al estornudar.\n\nEn los Escépticos, está Eneas, sin esperanzas, de gesto negado, ceño acumulado contra las cejas y boca prensada, con brazos cruzados y toga arrugada, sin dejar de mover la cabeza de lado a lado. Y por los Estoicos, nada menos que Elpidio, todo heroico él, desde su porte hasta su gesto, incluyendo la toga rasgada de tal manera que era un modelo para muchos de sus seguidores. El tema de la competencia este año era; Por qué un nuevo currículo estudiantil?\n\nLlegó el gran día, todos los grupos en competencia y sus barras estaban listos para debatir.\n\nAntes de iniciar el encuentro que generalmente duraba semanas de intenso debate, fiel a las normas, el Jefe de Debates preguntó – Hay alguna razón por la cual no se de curso al debate?.\n\nLa pregunta es Para qué un nuevo currículo – no por qué – se oyó una voz decir del lado de los nuevos estudiantes. Las miradas se cruzaron mil veces antes de finalmente llamar el debate a término, nadie había acertado la esencia del planteamiento, por la sencilla razón que no existía. Tenía que ser un recién llegado el único capaz de desnudar la incongruencia. Su insignia en la toga de estreno era la de la nueva escuela de Lógica, donde nada es lo que parece. Ni siquiera las órdenes.\n\n
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  • 2010-07-04 14:45:59
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