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  • Cuando Aristóteles concluyó que nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos, la verdad es que no pudo describir de mejor manera la esencia de la experimentación para llegar a la verdad. Si hay algo hoy día que sustenta esta expresión de manera brillante, por su constante transformación, pruebas y errores hasta llegar a la luz, es una banda de rock.\n\nEmpiezan como un ensayo, activan una reacción en cadena, actúan como catalizadores y se mantienen en efervescencia sólo si sobreviven a los componentes químicos que abundan en el laboratorio del espectáculo. Cuántas de ellas hemos visto brillar por segundos, algunas no sobreviven a su primer éxito y pocas se mantienen a flote en el torbellino de la fama. La ruta es larga y tortuosa, parece que muy pocas logran doblar la esquina. Nombres de todo tipo llenan el cenotafio de su poblado cementerio. Basta recordar donde reposa Jim Morrison.\n\nEn ese camino algunos se adelantaron al entender a la virtud como la verdadera felicidad, y no puedo pensar en un ejemplo mejor que los Rolling Stones para ilustrar la fórmula perfecta de una vida feliz. Música, diversión y admiración, aderezados de tanta fama como se pueda soñar en la vida de un mortal. No han dejado de maravillarnos desde que saltaron de la bruma Inglesa con su desfachatez infinita. Insisten en seguir haciéndolo sin pensar en detenerse.\n\nBasta verlos en escena, donde juntos acumulan más de 250 años de vida alocada sin intención de disminuir su ritmo, que es fantástico, ni siquiera por que el menor de ellos sea ya sexagenario.\n\nKeith Richards balbucea entre sus arrugas infinitas acerca de lo único que les permite continuar con su trabajo es porque aman lo que hacen, y al verlos viejitos y acabados pareciera cuesta arriba la próxima función hasta que se encienden las luces del escenario, cuando salen a sudar la camisa y encogerla de tanta contorsión, brincos y morisquetas.\n\nMás que un asunto biológico que compromete al organismo, resulta agotador entender la vitalidad de Mick Jagger durante el show, cantando y bailando como si tuviera 20, sin perder el fuelle. A esa edad le preguntaron si se veía a sí mismo cantando rock a los 60 – Fácilmente, fue su respuesta. Fiel a su compromiso, lo sigue haciendo de manera asombrosa. Si existiera una línea de productos de la tercera edad bajo el nombre de la banda, sería lo mejor para combatir la artritis y el enfisema, además de espantar al infame alemán que se roba los cerebros de nuestros abuelos disfrazado de Alzheimer. Ni decir del paroxismo que alcanza la audiencia en sus conciertos delirantes, donde hasta 4 generaciones se unen para descubrir inesperadas coincidencias al ritmo frenético de Simpatía por el Diablo. Un fenómeno social.\n\nNo fue necesario juntar a otro monstruo del cine para realizar un monumento a la permanencia y la constancia, gracias al lente de Martin Scorsese, quien se coloca como Hitchock en planos inesperados, despachando instrucciones a sus camarógrafos para elevarse hasta el infinito durante la salida del escenario al final de la obra.\n\nCuerpo y alma se unieron durante las dos horas en exceso que dura esta cinta frenética, filmada en formato IMAX, esa maravilla Canadiense que nos regala el mundo cada vez que se apaga la luz en la sala. Más que un tributo a la banda, es un homenaje a la candidez y a la determinación, al trabajo y al disfrute y a tantas contradicciones juntas que exigen la presencia del sabio griego para verlas transformarse en virtud por sí mismas. El logro es haber realizado una producción musical frente a leyendas que llenarían documentales con sus proezas de todo tipo, honrando el arte al cual se dedicaron de por vida estos representantes de la anticultura de un período notable del siglo pasado. Los 60’s.\n\nAuge, caída y destrucción han sido una constante a lo largo de las carreras de estos protagonistas, para seguir en su vuelo alto, más que como un Ave Fénix, como un Ave Huma incapaz de posarse o descansar ni para poner sus huevos, de donde salían sus crías rompiendo el cascarón en caída libre antes de chocar con el suelo. Incansables, inexplicables e inextinguibles, representan una casta por sí misma en la tradición de los grandes conjuntos que siguen creciendo en el tiempo independiente de su permanencia en este mundo.Deja tu marca\n\n
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  • 2010-07-04 14:50:01
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  • Simpatía por las Piedras
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