LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_FCATUS_2010_7_7_EL-SABOR-TEJAS

La inmensidad del Estado de Tejas se compara con la providencial dotación de recursos de nuestro Estado del Zulia, Venezuela, icono del amor a la tierra, al lago y a todos sus productos. Por tal motivo, quienes tenemos la fortuna de disfrutar las excelsas virtudes maracuchas (sic) nos vemos igualmente honrados de deparar aquellas de la tierra del Norte incluso en las devociones de diversa índole desde las musáceas y sus inconmensurables patacones hasta la más elevada de las expresiones de la Grey Zuliana en la humilde forma de retablo honrado en el altar mayor de la mayor de las basílicas de ese pueblo creyente.\n\nA la vista de dicha actitud respetuosa de los ritos y las creencias fieles, una tradición tan fuerte como un sagrado sacramento lo constituye la visita obligada pero feliz a un restaurant con visos de templo, donde las exequias tienen lugar sobre la brasa pagana.\n\nThe Taste of Texas se encuentra ubicado en las cercanías de la ubicua Westheimer Avenue, verdadera ruta del peregrinaje universal de los sabores donde la globalización se presenta inclemente y tentadora ante los más acérrimos seguidores deMonsieur Pové, a costa de los vidrios de las tiendas de los arcos dorados.\n\nSu mayor característica es la absoluta atención a los detalles que exaltan las virtudes de la carne, en sus expresiones bovinas, porcinas, caprinas y demás miembros de esta especie afín cuyas glándulas vitales nos bautizan como mamíferos y nos atraen como amantes durante el resto del tránsito pedestre, generalmente como bípedos de buena estampa.\n\nAl ingresar, las magníficas proporciones del local nos recuerdan las bondades de una tierra bendita por las condiciones naturales bien aprovechadas por el trabajo y sobre todo por su gente. Nuestro recorrido respetuoso lleno de curiosidad, se topa de inmediato con los vestigios de las duras tareas que enfrentaron los colonos en su descubrimiento de las extensiones salvajes en actitud civilizadora, o viceversa.\n\nExtraordinarios miembros de especies no extinguidas aún, estas piezas de cazas de grandes cérvidos de diverso astado, de los cuales destacan los imponentes alces, los inspiradores renos y uno que otro venado cogido a lazo, nos observan con sus grandes ojos inexpresivos mientras ávidos comensales devoran sus parientes sin ninguna consideración de fondo y mucho menos de forma.\n\nSuperada esta galería taxidermista, nos dirigimos a la mesa elegida y mediante la adecuada guía facilitada por un mesonero, nos disponemos a disfrutar los sabores vegetales en una planicie en apariencia infinita de la misma forma que los Artiodáctilos que penden de la pared del local. El bar de ensalada nos deleita con una variedad que recorre todo el espectro vegetal desde los micetos hasta los helechos, pasando por bayas, cereales y tubérculos, en colores brillantes atizados por salsas étnicas de nombres célebres. Por un momento, se confunde la presa cuadrúpeda con el alimento vegetal.\n\nLuego de este juego de palabras, nos dedicamos a devorar las seis onzas de corte avalado por las autoridades de esta nación, cuya temperatura es indicada mediante medallas que celebran la comunión de la carne con el grado exacto de cocción en ese peculiar infierno.\n\nLa textura, suave y palpitante nos premia el gusto que se rinde ante el pecado más conspicuo de la humanidad y cuya luctuosa práctica continua garantiza la presencia de nuestro género por esas salvajes praderas colonizadas en actitudes civilizadoras, o viceversa.\n\n