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Más de diez millones de habitantes, un área metropolitana de casi veinticinco, un aeropuerto considerado el mejor del mundo y miles de anuncios y cruces de neón. Seúl importó el consumismo y lo ha convertido en religión, importó el cristianismo y lo ha convertido en artículo de consumo.\n\nPor eso, al occidental le sorprende encontrarse con chamanes practicando sus ritos en el mismo centro de la ciudad. No lejos de las sedes de las multinacionales surcoreanas, las chamanes, puesto que suelen ser mujeres, cantan y bailan para pedir buena fortuna o para facilitar el paso de los muertos a la otra vida. Ni el budismo, ni el confucianismo, ni las sectas evangélicas que desde la Segunda Guerra Mundial se pelean por conquistar las almas de los fieles/consumidores coreanos han podido arrinconar a los espíritus ni a sus mediadores. De hecho, de entre todos los credos que conviven en Corea, sólo el cristianismo puede considerarse estrictamente como una religión y por principio opuesta a cualquier otra creencia o filosofía. Aún así, la mayoría del 30% de cristianos que se estima hay en Corea del Sur no ven nada chocante en que alguien, especialmente en el campo, recurra a un chamán. \n\nLa convivencia entre chamanismo y budismo no fue siempre armoniosa en Corea y el hecho de que en la colina de Inwangsan convivan templos budistas y un santuario chamánico (destruido por los japoneses y reconstruido aquí posteriormente) no debe hacer pensar que históricamente el budismo aceptó sin más las prácticas de los chamanes. Sin embargo, el sincretismo o la ambigüedad con la que los coreanos se enfrentan a la religión llevó a que distintas prácticas convivieran no sólo entre distintas personas sino “incluso” (sorprendentemente para nosotros) en la vida espiritual de una misma persona. El hecho de que casi la mitad de los surcoreanos declaren que no profesan ninguna religión indica, más que un ateísmo declarado, un concepto distinto de la religiosidad del que tenemos en Occidente. \n\nLas prácticas chamánicas no son patrimonio exclusivo de Corea dentro de Asia, y se extienden desde Japón hasta los Urales y, más allá, hasta Finlandia. Sin embargo, Corea del Sur es un caso particular en el sentido de que el chamanismo ha sobrevivido en una cultura influenciada durante siglos por el budismo y donde el confucianismo fue por largo tiempo “religión” oficial. Ni siquiera la enorme expansión del cristianismo en los últimos cincuenta años, con quema de templos budistas incluida, y el desarrollo económico han conseguido echar del país a los espíritus ancestrales. \n
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