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Tijuana está en medio de ninguna parte. Entre la espada de la realidad mexicana y la pared de la frontera. Un lugar improbable. Parece imposible que Tijuana salga adelante cada día, pero cada mañana se pone en marcha esa rueda rota de una camioneta vieja a la que tantos quieren subirse y que destroza los huesos a los que ya subieron. Parece como si la camioneta no dejara de chocar contra el mismo muro pero siguiera dándose la vuelta para tomar impulso y saltar al otro lado.\n\nAlgún día Tijuana cogerá bastante impulso y saltará la valla, se plantará en medio de San Diego y nadie podrá desalojarla. Otra Tijuana espera su turno y tomará su puesto. Será una nueva camioneta venida del Salvador o de Guatemala, de todos y cada uno de los pueblos más míseros de México.\n\nParece como si nadie quisiera quedarse en Tijuana. Pero las maquiladoras se tienen que quedar. Y sus trabajadoras también. Sin frontera no habría fracaso y sin fracaso nadie querría trabajar en las maquiladoras. Es la simbiosis entre el médico y el enfermo, entre el moribundo y el cura que le da la extremaunción. Lástima que una de las partes acabe siempre por morirse y la otra esté ahí siempre para chuparle la sangre. Si Tijuana es el enfermo, los Estados Unidos son el médico que no quiere perder a su principal cliente. No quiere que se muera para no arruinar su negocio, pero no puede querer que se cure para no perderlo. Tan lejos de Dios... \n\nPero si acaso, Tijuana parece un lugar perfecto para morirse. Ahí murió Juan Soldado y lo convirtieron en santo. Ahí acabó Colosio y se convirtió en una nota a pie de página de la Historia. Parece que la gente haga cola para morir en Tijuana. Vienen de todas partes para acabar baleados, acuchillados, muertos de hambre. No sé si existen estadísticas sobre el crecimiento de los cementerios por habitante, sobre su densidad o su renta per cápita, pero seguro que los porcentajes de Tijuana son de los mejores de México. \n\nY Tijuana sigue viviendo. Los niños van a la escuela, alguien recoge la basura y los artistas encuentran la inspiración de lo extremo. Tijuana es la víctima de la inundación subida al tejado que se agarra a un helicóptero que no venía a por ella. Pero vive. Todas las mañanas se levanta Tijuana. Pone el despertador, se calza el mono y se inventa un oficio, si hace falta. Con frontera o sin frontera, hay que seguir viviendo.\n
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