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    Ya estábamos en la agencia pronto por la mañana mochila en ristre, “el sonrisas”que parecía recién salido de la lavandería, nos presenta. Los alemanes son una pareja que ronda la cuarentena, pertrechados a la última, con toda la parafernalia del explorador amazónico. Ella alta robusta morena de mirada escrutadora. El, pelo ralo moreno delgado fofo aplastado por el equipo fotográfico, mil bolsillos en el chaleco Timberland, boca de batracio asmático. Proyecto de sonrisas de todos y manos titubeantes de ellos.\n\n \n\n

    Aparece Joao, nuestro hombre, un colmillo plateado brillando entre las cajas de bastimentos. Hombre joven jugosamente indiado, calida sonrisa, actitud respetuosa sin servilismo ni compadreo. Me gusta este Joao que transmite una sensación de seguridad, de conocimiento del río.\n\n \n\n

    “Han de llevar la mochila pequeña. No necesitaran más que lo estrictamente personal. Nosotros nos ocupamos de todo.” Precisa el experto vendedor de sueños.\n\n \n\n

    Nuestro guía carga las provisiones, el agua, el botiquín, los chalecos salvavidas, en fin, todo lo necesario y salimos al encuentro con nuestro destino en el puerto flotante.\n\n \n\n

    “Aquel, allí!” El orgullo de propietario enciende su mirada y no puede ocultar la satisfacción contándonos como ha conseguido hacerse con ese barco tras largos años de rudo trabajo “esclavo”.\n\n \n\n

    Pero, desapasionadamente, es un barco pequeño, repintado, con un motor nuevo, ¡eso si! Suena potente y uno olvida la precariedad de los fondos. \n\n \n\n

    Joao se desvive en explicaciones en portuenglish que entendemos a las mil maravillas, los alemanes tuercen el gesto.\n\n \n\n

    “El encuentro de las aguas”, tan ponderado, me deja fría: que si negras la aguas del río Negro, que si amarillentas cobrizas las del Solimoes, que si corren en paralelo, que si se funden…\n\n \n\n

    El parque ecológico alberga especimenes interesantes: el lirio de agua gigante, Victoria Regia, monos, caimanes…\n\n \n\n

    Ahora los delfines aparecen como por encanto, apenas apercibimos un destello rosado, una curva, un chapoteo y reaparecen en formación en un arco prodigioso. \n\n \n\n

    Ahora ya nos vamos para Moura por el río Negro arriba hacia la casa de su familia.\n\n \n\n

    Navegamos por la orilla derecha, apenas se vislumbra el otro lado del río que tiene todos los atributos de la mar océana. ¡Qué anchura! ¡Qué poderío! A medida que nos alejamos de Manaos la selva, muro verde impenetrable, defiende sus secretos. Lope de Aguirre, mi paisano, lee la carta al rey de España en mi memoria. Lope, el valiente, el soldado, el aguerrido, el noble, el traidor, el peregrino, el explotado, el maltratado, el loco, el olvidado de su Majestad. Me siento por un momento prisionera de las aguas, mil ojos espiando desde la espesura. El rugido del motor me hace volver a la realidad.\n\n \n\n

    “Ya llegamos, pero primero iremos a recoger algunas cosas al poblado.”\n\n \n\n

    Subimos a lo que parece una islita en medio del igarapó, unas cuantas cabañas encaramadas y el carpintero que esta fijando una especie de baldaquín con mosquitero en un catre al aire libre. Una idea excelente, pienso, con la secreta esperanza de que el invento se materialice en nuestra casa. Saludamos a sus compadres, gente amable que reconocen los meritos de Joao, que se ha convertido en empresario turístico.\n\n \n\n

    Por fin atracamos en su “embarcadero”: unas escaleras de madera, una baranda, una casa de madera con techo de paja, dos habitaciones y el “baño-retrete” en la parte posterior tras pasar la prueba del tronco movedizo. Todo hincado en las agua: ¡un palafito! Su mujer y una niñita vivaracha y bonitinha nos reciben exultantes. Nos aposentamos y empezamos a preparar la cena: arroz, feijoa, pollo, un cafecinho. Joao se va a echarles de comer a sus dos vacas que tiene atadas en otro pequeño palafito antes de dormir.\n\n \n\n

    ¡Es hora de las hamacas! Colgadas casi tocándose de las dos paredes fuertes nos invitan al sueño. Nada de finezas aquí, solo las botas se quedan en el suelo. No querías vida natural, auténtica vida de la selva? Chúpate el calor asfixiante, el olor a mohoso de la tabla mojada, la estrechez de la hamaca. Y pobre de ti como se te ocurra tener que desaguar en plena noche… ¡al río de cabeza!\n\n \n\n

    Y eran las nueve en mi reloj, y yo vestida de vaquero, manga larga, calcetines y pañuelo en la cara me afanaba por entrar en los brazos amorosos de Morfeo. Después seria el peregrinaje. \n\n \n\n

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    FOTOS: cortesia de GOOGLE\n\n\n \n\n\n\n

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  • MANAUS (II) : el amazonas, palafito, muerte
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