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    Renacida y llena de fuerzas salí de Manaus hacia Recife, de allí seguiría hasta Olinda y Mariana en la ruta del oro.\n\n \n\n\n\n

    Pero hoy me olvido de las “piedras” y atiendo el llamado de la Naturaleza, de la cuenca del Paraná y Paraguay en Brasil: EL PANTANAL\n\n \n\n\n\n

    Llegamos a Cuiaba, oasis de paz tras el trafago y sensación de precariedad en Recife. Allí encontré a unas mujeres maravillosas que me habían recomendado mis amigos de Río de Janeiro. Con ellas descubrí la ciudad, con ellas comí en el mejor restaurante vegetariano de Brasil (de mi Brasil, ¡claro!), ellas me informaron de los proyectos de desarrollo sostenible en Cuiaba con el entusiasmo y la sencillez de la certeza. Ellas me ayudaron a entrar en el Pantanal.\n\n \n\n\n\n

    Declarado Patrimonio de la Humanidad, este inmenso HUMEDAL es uno de los ecosistemas más ricos del mundo en flora y fauna. Esta llanura aluvial sirve de válvula reguladora a las crecidas de los ríos Paraná y Paraguay y durante el periodo de las lluvias el 80 % de sus tierras quedan sumergidas y el nivel de las aguas puede subir hasta cinco metros.\n\n \n\n\n\n

    El 99 % del PANTANAL son ranchos privados donde pastan 8 millones de cabezas de ganado, las BRAHMIN campan por sus respetos triunfando de los mosquitos tigre. \n\n \n\n\n\n

    La carretera TRANSPANTANEIRA lo amenaza de muerte,\n\n \n\n\n\n

    Sólo existe un PARQUE NATURAL PROTEGIDO.\n\n \n\n\n\n

    En un todo terreno llegamos a una POUSADA escondida entre los árboles. Un racimo de casitas con una cocina común y un gran salón apacible vigía de los caballos del picadero de Daniel y Laura.\n\n \n\n\n\n

    Jóvenes: él eficiente, bien sólido en su traje militar; ella, acogedora, iluminando las estancias a su paso. \n\n \n\n\n\n

    “Los caballos son mansos y están acostumbrados a la gente, pueden montarlos cuando gusten”. Mañana, ¡a cabalgar!, me prometo entusiasmada.\n\n \n\n\n\n

    La noche resplandece en sus espejos de agua, es el fin de la temporada de las lluvias y se adivinan los ARARAS en la copa de los árboles erguidos a la espera de un nuevo día, los CAPIBARAS en sus madrigueras.\n\n \n\n\n\n

    Paseo a caballo por el yerbazal temprano en la mañana, los pájaros revoloteando en bandadas, algún que otro YACARE despertando de sueno caníbal.\n\n \n\n\n\n

    Avistamiento de aves en el territorio de la finca, más cabalgadas. Mas charlas nocturnas espiados por lo que imaginamos ser ojos fosforescentes de JAGUARES prodigiosos.\n\n \n\n\n\n

    “Mañana después de comer nos daremos una buena caminata para descubrir la flora y la fauna de las zonas inundadas”. “Hay que llevar botas duras, pantalones resistentes y camisa de manga larga”. ¡Será muy interesante!”\n\n \n\n\n\n

    Preparo el “equipo” y me sepulto en la cama-catre derrengada de tanto caballo. ¿Es que no te das cuenta? ¡Hermosa! Aquí vas a dejar hasta el nombre.\n\n \n\n\n\n

    A las cuatro estamos todos en perfecta formación militar anhelando correr en pos de la aventura como si de Don Quijotes reencarnados se tratara.\n\n \n\n\n\n

    Esto es pan comido. Me digo yo confianzuda a la media hora de andar entre matojos y anémicos riachuelos. Continuamos caminando gozosos entre una vegetación cada vez mas cerrada, la tierra encharcada quiere quedarse con nuestro calzado que rezuma barro por todos los poros. Ya nos llega el agua a la rodilla. \n\n \n\n\n\n

    “Vamos a dar un rodeo para llegar antes de que anochezca a los árboles de los ARARAS, es un espectáculo de una belleza insuperable. Blanco purísimo recortado a la luz del atardecer”.\n\n \n\n\n\n

    Nos acercamos en silencio al santuario, nos quedamos prendados de la magia del retorno, el sol desangrándose abatido entre los grandes árboles.\n\n \n\n\n\n

    Como un relámpago se me aparece la Pousada amiga y, roto el hechizo, tomo conciencia de la lejanía. Me acosa el deseo de echar a correr por el camino conocido, escapando de la noche, mi enemiga, que amenaza con engullirnos.\n\n \n\n\n\n

    “No vamos a volver por el mismo sendero, sería demasiado largo y es ya tarde. Vamos a atravesar por aquí mismo y saldremos a la carretera.”\n\n \n\n\n\n

    ¡Que sensación de impotencia! Atrapada en este callejón sin salida, por fuerza tendrás que echar detrás de Daniel haciendo de tripas corazón, apechugando con lo que sea si quieres dormir hoy en tu camita, ¡reina!\n\n \n\n\n\n

    Noche, negrura, nada en el cielo para guiarnos. Daniel se adentra en la tierra pantanosa. Agua por los muslos. Barro hasta la cintura. Espinajos que se enredan en el pelo y nos tiran de la camisa. Este pantalón de plomo es como un sudario. \n\n \n\n\n\n

    Plaf! Plaf plaf plaf! Chasqueo de agua, coletazos… Un vuelco al corazón. Este loco dice que es una YACARE y que las hembras son más peligrosas y que hay que pasar con sumo cuidado y que hay que deslizarse en el agua por su verita sin asustarla… y me agarro a su brazo con mi mano-garfio y sigo sus pasos como su sombra.\n\n \n\n\n\n

    Otros chapoteos marcarían el ritmo de nuestra expedición de retorno hasta que por fin vislumbramos el borde de la carretera. Con los ojos empantanados y el corazón desbocado, rebozados en barro pegajoso atracamos en el patio de nuestra casa.\n\n \n\n\n\n

    Todavía tendríamos que desprendernos de la costra de la aventura.\n\n\n\n\n\n

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    FOTOS: Cortesia de GOOGLE\n\n\n \n\n\n\n

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  • 2009-11-14 16:45:56
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  • EL GRAN PANTANAL, MATO GROSSO
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