PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • \n\n

    \n\n

    TXIKI\n\n\n\n

    \n\n

    Estaba atardeciendo, el espectáculo era hipnótico. Miles de pájaros de diferentes especies opacaban por completo aquel azulado cielo. Era mi momento favorito del día. Sentado en una vieja silla que chirriaba a cada movimiento, sobre la mesa barnizada infinitas veces, saqué el cuaderno para escribir en mi diario los detalles de aquel día. Miré por la ventana sin ventana, cubierta únicamente por una ajada mosquitera con mas agujeros que un Gruyere, y lo ví una vez mas.\n\n

    \n\n

    Se estaba convirtiendo en una visita habitual. Aquel colibrí suspendido en el aire, pegado a la mosquitera, batía las alas tan rápidamente que parecían invisibles. Un raudo quiebro hacia un lado, recupera la posición invirtiendo el movimiento y otra vez me mira fijamente. Ya lo había grabado en video el primer día, lo había inmortalizado en fotografía el segundo. Este tercer día, pensaba quedarme mirándolo hasta que se aburriera de mí. Yo creo que sabía leer. Quería conocer de las aventuras que habíamos corrido desde nuestra llegada a Ecuador.\n\n

    \n\n

    Retrocedí hasta la primera página del diario y comencé a contarle al pequeño picaflor nuestra particular aventura. Txiki, así me dijo que se llamaba el colibrí, se empezó a interesar cuando tras adentrarnos en la selva amazónica, un pequeño claro nos regalo una maravillosa vista del poblado indígena donde nos alojábamos; Runa Wasi (casa de acogida en Quechua). Desde el mirador natural en que nos encontrábamos, un tronco de árbol caído hacía las veces de banco corrido para que descansáramos mientras José, nuestro guía nativo, nos explicaba que al día siguiente visitaríamos la escuela de la isla Anaconda. Esta isla estaba entre los ríos Napo y Ahuano. Cuando ambos crecían, la isla se anegaba, por ello, las casas estaban sobre unos pilares de algo mas de dos metros de altura. \n\n

    \n\n

    Nuestra travesía selvática continuó hasta un paradisíaco recodo del río donde comeríamos usando a modo de platos las grandes hojas de la Tahua, planta que se usaba también para los tejados de las casas y que, además, daba nombre a la ONG a través de la cual estábamos viviendo esta inolvidable experiencia. Los ojos de Txiki se agrandaron cuando le relaté el implacable ataque que sufrimos por parte de todo tipo de moscas, mosquitos y demás insectos que sería incapaz de nombrar. Un baño en aquellas cristalinas aguas bastó para despojarnos del sudor y, los bichos, nos dejaron comer tranquilos.\n\n

    \n\n

    Emprendimos la ruta por las cascadas que nos llevo hasta el pailón del Diablo. La fuerza con la que el agua arremetía contra las piedras horadadas a modo de cuenco en aquel corte del monte era, sin duda, la representación más autentica de la ira del ángel caído. A un lado, las gentes de allí, veían esculpida en las rocas la maléfica cara de Lucifer. Nosotros no tendíamos tanta imaginación.\n\n

    \n\n

    Los relajantes baños que tomamos en las aguas termales que el volcán Tungurahua riega, tanto en Baños como en Nangulví, provocaron una socarrona sonrisa en TxikiMira como se lo ha pasado el muy picaruelo”.\n\n

    \n\n

    El interés de mi espectador iba in crescendo conforme le describía la original y colorida vestimenta de nuestros anfitriones en Salasaca. Alojados en casa de Francisco, su mujer Cransito y sus hijos Agustin y Juanito descubrimos los misterios de la cultura de esta comunidad indígena étnicamente virgen. El Quechua como lengua propia, la música como trasmisora de su historia y su modo de vida comprometidos con Pachacamac (madre naturaleza), despiertan el interés de cualquier visitante. \n\n

    \n\n

    En el centro geométrico de los volcanes Imbaura, Cuicocha y Tungurahua, nos detuvimos junto al surco pedregoso donde se reza para cuidar de la suerte los viajeros. La oración en Quechua de Francisco, mezclada con el ulular del viento en aquella escarpada llanura, fue uno de los momentos más místicos del viaje. Los Salasacas son comerciantes natos y parten desde este lugar hacia otras provincias para vender sus tejidos artesanales.\n\n

    \n\n

    El relato llegó al momento actual. El tiempo había volado, al igual que Txiki. Era la hora de cenar. Al día siguiente, el trinar ensordecedor de los pájaros nos despidió de la reserva de Los Cedros de José de Coux. Con los primeros rayos de sol de aquel día, a lomos de Kanzuki, la mula que monté, bajamos hasta el valle de los Manduriacos; La cuna de la Organización Proyecto Ecuador.\n\n

    \n\n

    Ya en el Chontal, pasamos con Lorena, anfitriona de la familia Mina que nos acogió, las últimas horas por estas tierras. La aventura tocaba a su fin. Recostado en la tumbona del ático, con el bosque de fondo, creí reconocer a Txiki en lontananza. Arranque una hoja de mi diario, resumí nuestro viaje, hice un pequeño avión de papel y lo lance al vació sabedor de que la dulce brisa que acariciaba mi piel, se lo llevaría a mi pequeño amigo.\n\n

    \n\n

    Este relato lo presente al concurso de “relatos de verano” del Noticias de Gipuzkoa. Hay relatos muy bonitos que os recomiendo leer, el mío no ha salido elegido.\n\n

    \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

sioc:created_at
  • 2008-08-12 13:21:40
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/indienecuador/2008/8/12/relatos-verano (xsd:anyURI)
sioc:title
  • RELATOS DE VERANO
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all