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Y llegamos a Montañita, la cueva del desenfreno, de la lujuria... un pueblito en el que no es raro ver a una extranjera con pinta de Bo Derek, en sus años mozos, dándole besos húmedos a un tipo sin dientes, o a un adonis metiendo mano en la pechuga de alguna chica lagañosa. Esta parroquia llena de polvo y con olor a yerba es uno de los sitios más visitados, después de Galápagos y Baños, del Ecuador. \n\nMuchos extranjeros amantes de la vida alegre se han quedado a vivir allí; de hecho el 50% de los negocios, entre bares, discotecas, restaurantes y hoteles, les pertenece. El rincón del amigo, de propiedad de un surfista, fue el primer bar que se abrió en Baja Montañita. \n\nPor su calle principal, sobre todo los fines de semana, cientos de jóvenes ecuatorianos y de países tan lejanos como Irlanda o Australia se pavonean para comprar “éxtasis”, beber hasta que el hígado lloriquee o matar su apetito "animal". Y aunque es común que las golondrinas que se hamaquean en los cables de luz los bauticen al aflojar sus esfínteres, ellos ni se inmutan; tres chisgueteadas de Christian Dior ocultan el incidente. \n\nLa oferta hotelera es amplia y casi todos los hostales tienen tarifas unificadas: entre 5 y 15 dólares. En ningún bar ni discoteca se reserva el derecho de admisión, es por ello que puede verse a las tres de la mañana bailando reggaetón de lo más campante a un tipo con el torso desnudo, o a una muchacha en hilo dental. Allí nadie se escandaliza. \n\nPapaya, Casa Blanca, Tiki Limbo y Funky Monkey son algunos de los restaurantes que llenan el estómago con sus delicias. Y para los que no llevan mucho dinero están los chuzos con facha de haber sido bañados con mertiolate, así como hamburguesas y choclos con queso. \n\nCerca de la playa existen quiosquitos, con parlantes monstruosos, que matan la sed de quienes desean ir “happys” a los bares. Los cocteles más apetecidos son el cuba libre, la caipirinha o la piña colada. Además, hay puestos de artesanías por todos lados, y hippies en cada esquina haciendo malabares con fuego o tocando el bongó acompañados de bailarines de capoeira. Así se ganan la vida. \n\nEn las noches, la playa se llena de grupillos de amigos que, sentados en círculos, se dedican a la “alucinante” tarea de consumir “Mary Jane”. Lo bueno de este sitio es que nadie se mete con nadie, salvo que uno lo permita. \nCada quien hace lo suyo sin fastidiar al otro. \n\nTengo la impresión de que si el Che viviera se enamorara de Montañita porque en esa comuna no hay clases sociales ni gente, culturalmente hablando, engreída. \n\n“We’re jammin’. I wanna jam it with you”... es el himno de Montañita. ¿Por qué será? Bob Marley lo hubiera intuido "al tiro".
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