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  •  \n\n Con la garganta hecha nudo, el estómago revuelto y los oídos a punto de estallar uno arriba a la casi impenetrable Alausí. Su accidentada orografía (regalo del Tío Cajas y de la cadena montañosa del Azuay), y el delirio de sus choferes, producto de su descabellado afán de emular a cualquier escudería de Fórmula 1, son los responsables de toda esa maraña de sintomatología que felizmente se esfuma tan pronto uno se filtra por sus coloridas y transitadas calles. \n\nAlausí pertenece a la provincia de Chimborazo, y está ubicada a 2.340 metros sobre el nivel del mar. Su clima, que oscila entre los 14 y 15 grados centígrados, es cortés, o al menos, como un gesto de cortesía, así se muestra cuando uno llega, pero conforme cae la noche se va volviendo odiosamente grosero. \n\nEl mirador de San Pedro, uno de sus íconos y sin lugar a dudas el sitio más visitado, permite tasar de punta a punta todo el encanto del que goza esa ciudad, pues indistintamente de que se sea agnóstico confeso o religioso fanático, hay que ir a saludarlo porque desde él se pueden sacar, gracias a su panorámica vista, fotos dignas de postal. Por sus calles principales, sobre todo la 5 de Junio, a menudo desfila una retahíla de gente importada, más que nada del Viejo Continente. Esa recua de coloraditos, (franceses por aquí, alemanes por allá), anda en busca de aventura, por ello aguarda estoicamente a su majestad: la celebérrima locomotora. La interminable fila que deben hacer para abordarla, y la espera, que puede ser de hasta tres horas si no cupieron en la primera que salió, les importa un "carajo", desean llegar a La Nariz del Diablo, y punto. La Nariz del Diablo no es otra cosa que una montaña (a ella se accede solo a través del tren) a la cual los lugareños bautizaron con ese nombre porque dizque su forma es similar a la ñata del mismísimo Lucifer. ¿Y existe el diablo? ¿Alguien sabe cómo es su nariz? Allá ellos. Pero incluso admitiendo que uno cree en su existencia y que sabe cómo es, no hay forma de encontrarles parecido; o los aldeanos mienten, o este (el diablo), se hizo una rinoplastia. Euros y vanidad le sobran. \n\nEl viajecito Alausí-Nariz del Diablo (el tren solo sale los miércoles, viernes y domingo) dura alrededor de 45 minutos, y el costo del boleto equivale a tres almuerzos de un ecuatoriano medio, pero la travesía vale lo que cuesta, o más, porque es ahí, observando los rieles que atraviesan las faldas de La Nariz, que uno entiende la envergadura de la construcción y el porqué ha sido catalogada, dada la época en que fue realizada, como la mayor obra de ingeniería ferrocarrilera del mundo. La edificación data de los primeros años del siglo pasado, y sus obreros no solo tuvieron que bregar con la inclemencia del tiempo, lo agreste del terreno y los constantes derrumbes sino también con la peste bubónica, enfermedad que no dio tregua y se llevó a miles. La cimentación de ese tramo, el de la Nariz, fue la más dificultosa. Y es justamente un poco antes de llegar a ese punto que uno empieza a mordisquearse las uñas debido a que los alrededores de la línea férrea se vuelven estrechos, y los perversos cerros y malditos abismos empiezan a respirarle en la nuca a la locomotora. Como si todo aquello no bastara, en ese tramo los durmientes tienen toda la pinta de haber sido pegados con saliva. \n\n Si bien es cierto que eso genera un poquillo de temor, no hay excusa que valga para no embarcarse en la aventura. Ya en la Nariz, el tren se detiene para, inmediatamente después de que los maquinistas se bajan y cambian la dirección de los rieles, emprender otro camino, esta vez laberíntico, en picada y de reverso (es decir, de adelante para atrás). Sí, de reverso. Esa es la parte más dramática del periplo, pero en todos lados hay lunáticos insatisfechos. Cuentan los ferrocarrileros que en una ocasión un extranjero, en su mocho español, les increpó por no haber visto cristalizado su sueño de experimentar el descarrilamiento del tren durante su travesía. El "gentleman" quería vivir lo que con frenesí sus amigos le habían narrado. Los descarrilamientos se dan, sobre todo, durante el invierno; en esa época también caen colosales piedras sobre la vía, así que si se creen Superman o Xena embárquense cuando llueva copiosamente y desentiéndanse de sus relojes porque el encauzamiento del tren toma su tiempo. \n\n Hasta hace algunos años era posible viajar en la parte alta del autoferro, pero desde el lúgubre incidente en el que dos japoneses murieron decapitados al enredarse con los cables que, sin previa notificación, una empresa telefónica colocó, no hay tozudo que persuada a los maquinistas de lo contrario. ¡Qué bueno! \n\n Las lagunas de Ozogoche (hay alrededor de 30) son otro de los atractivos de Alausí. Están ubicadas a varios kilómetros de allí, y su flora y su fauna, pero sobre todo las historias que de ellas se cuentan, las han hecho famosas. A dichas lagunas, durante los meses de agosto y septiembre, llegan miles de cuvivíes (aves migratorias de Norteamérica) con el único afán de "suicidarse", convirtiendo el sitio en un verdadero camposanto. A juzgar por lo que se observa, los cuvivíes se creen "kamikazes", pero en realidad es la fatiga la que los induce a lanzarse a las lagunas para poder saciar su sed y en el intento, debido a las bajas temperaturas del agua, mueren. \n\n Otra vez en Alausí, hay que visitar la casa (al lado de la estación del tren) donde pernoctaba don Eloy Alfaro (ex presidente de Ecuador) cada vez que iba a ese cantón. La mascota de ese pueblo, el katzo o escarabajo, al cual los pobladores llaman "cachos" (parece que acá a todo le ponen seudónimo) puede ser observada en las ramas de casi todas las plantas cual abeja en panal. ¡Qué dulzura! Oh, por cierto, degusten el pan de Alausí, es riquísimo, y si todavía les quedan unos cuantos yanquis en la chauchera tráiganles a sus amigos y a mí, se los vamos a agradecer. \n\n
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  • 2009-06-25 19:02:55
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  • Alausí y la empinada ruta hasta la Nariz del Diablo
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