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  • ¡Zzuuumm, zzuuumm, zzuuumm...! Cerca de una docena de avispas zigzaguean por las narices de Galo Lara y él ni se inmuta. Y ni el hecho de que haya panales por todos lados y de que esos insectos tengan el trasero más grande que Yayita lo amilanan. “No corra que si lo hace le pican”, aconseja. “A mí que me correteen, pero regalarme tan fácil… Nunca”. \n\n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Galo se dedica a recoger varetas de cacao, y mientras lo hace narra que las avispas deben ser apreciadas porque ayudan al control biológico devorando los gusanos que atacan los cultivos. Y que sí, que muchas veces estos animalitos lo “ponzoñean”, pero que para eso existe el Mentol. ¡Vaya consuelo! \n \n En la Estación Experimental Tropical Pichilingue, centro de investigación agropecuario, trabaja Lara. Este centro pertenece al Estado y aunque no ha sido creado para recibir turistas, permite el ingreso de quienes deseen visitarlo, siempre y cuando “se porten bien”. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Está ubicado en el kilómetro 5 de la vía El Empalme-Quevedo, tiene 1.070 hectáreas de terreno y para poder disfrutarlo de cabo a rabo se necesitan más de tres días y ropa de campaña porque allí hay mucho que ver y hacer. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Custodia árboles de frutas ya extintas como el marañón, que pareciera que estuviese en labores de parto debido a que la semilla está fuera de su corteza, y el achotillo, de color rojo y medio barbado, además trabaja con híbridos (Ecuador ganó un premio internacional por haber creado, justo allí, una avispa pequeña para combatir la broca del café). Bien, avispitas, pero no se me acerquen. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Más allá de donde trabaja Galo, hay un sendero que conduce hacia los árboles de jaca, una especie de la India que sabe a fruta de pan pero que parece guanábana. Aunque adentrarse en ese bosque provoca miedillo porque se necesita desbrozar el monte, amén de mosquitos y de culebras, la experiencia vale la pena. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Por ese mismo sector hay árboles de noni, macadamia, araxá y nuez moscada. Y a unos cuantos kilómetros, plantaciones del mundialmente famoso cacao fino de aroma, de cuyo fruto hacen el más rico de los chocolates. ¿Si o no señor Rocher? \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Allí también uno puede observar cómo fermentan el cacao y pese a que el olor que despiden esas pepas no es nada agradable resulta gratificante ver el proceso. Por otro lado queda un sendero en cuyo cielo se entrelazan las ramas de especies forestales de las que extraen madera, y por ahí mismo los árboles por los cuales Chico Mendes dio la vida. Esos que derraman lágrimas inmaculadas cada vez que los sajan o gillettean para hacer el caucho. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Entre nidos de comején, mariposas topacios, delicadas cucardas y trapecistas libélulas, me despido del fantástico laboratorio Pichilingue y sus avispas taimadas...\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

    Fotos: Google, cortesía de Igo. \n \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n\n

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  • Pichilingue, el laboratorio mágico
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