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  • El tren, después de cruzar Castellón, Valencia y Albacete, da un giro de noventa grados para enfilar una recta de 40 Kmts., para adentrarse en la entristecida y sinuosa geografía del Jardín, y reemprender velocidad a la búsqueda de tierras de los califatos. Puente Génave nos enseña tímidamente las primeras señales para terminar seduciéndonos en Villanueva del Arzobispo: los gigantescos olivos de tres troncos ya se extienden hasta las puertas de Villacarrillo, donde se inicia el ascenso por la falda de La Loma, hasta llegar a las puertas de Úbeda. En lo alto de los cerros que le dan el nombre y en medio de un océano de troncos y ramas verdes, la explotada denominación de “Mar de olivos” se hace absolutamente vigente y sorprendente.\n\n\n

    Al pisar sus empedradas calles entiendes el porqué ésta fascinante población ha sido reconocida por el prestigio de organismos nacionales e internacionales: Conjunto Histórico-Artístico, Ciudad Ejemplar del Renacimiento y Patrimonio de la Humanidad, entre otros. Con sus 35000 habitantes es uno de los más importantes centros urbanos de la alta Andalucía. Da servicio a toda la comarca y se calcula en 200000 personas las que se benefician de ello. Desde la ciudad edificada en un cerro se divisa el espléndido valle que en un suave juego de desniveles y desmayos se detiene en el Guadalquivir, frente a la imponente y bella Sierra Mágina. A cada suspiro, en cualquier recodo, has de poner a prueba tu capacidad de admiración.\n\nSi lo que predomina es el formidable legado renacentista, la huella del pasado musulmán se hace evidente por los cuatro costados. Puertas de madera claveteadas, aldabas de hierro, farolas y rejas artísticas que han desafiado al calendario y a las inclemencias. Mi cuaderno de bitácora condensa un catálogo de casi doscientos edificios merecedores de ser visitados con la sensibilidad puesta en pie de guerra. La muy afamada cerámica ubetense de raíces atávicas y artesanales todavía se cuece en hornos árabes, y tiene en la saga de los Tito y Góngora su mejor expresión entre el hombre y el barro. \n\nEl Hospital de Santiago, donde oí cantar a Josep Carreras, hoy centro de congresos y exposiciones, es un cautivador conjunto monumental obra de Andrés de Vandelvira, insigne arquitecto renacentista que llenó la ciudad y la provincia de joyas arquitectónicas. En la gran plaza de Vázquez de Molina se encuentra, además de la Real Colegiata de Santa María de los Reales Alcáceres, El Palacio de las Cadenas –Ayuntamiento-, El Palacio del Deán Ortega –Parador de turismo-, o la Sacra Capilla del Salvador, obra de Vandelvira. A tocar de la plaza nace el paseo de Ronda o de Los Miradores, donde uno se recrea con las excepcionales vistas a vuelo de pájaro de la Sierra de Cazorla, El Guadalquivir y Sierra Mágina. Vale la pena no perderse las sensaciones y latidos que produce.\n\nEn verano, en las noches de luna, pasear por los callejones de la ciudad antigua es un reto irrenunciable. Los vestigios y las sombras se confunden con las luces y los espectros del pasado. Guerras y dominios alternos han dejado la huella del largo camino hasta hoy. Este inmenso territorio de contrastes y colores, Andalucía, se ha beneficiado de siglos de prosperidad que han ido unidos a los pueblos y a las artes. También en Úbeda, donde las resonancias de piedra tallada y hierro forjado que visten la noble madera nos hablan de un esplendoroso pasado. Cuando cruzas la Puerta de Graná dejando que los gastados adoquines moldeen tu calzado, te apercibes de que en la penumbra de la noche reluce un ribete plateado en el fondo del valle, no sin un frágil murmullo. El padre Guadalquivir emprende su largo y misterioso viaje hasta San Lúcar de Barrameda.\n\nPero, en mala hora, la historia también tiene un lugar para la necesidad, para la incerteza de la escasez y la angustia. En el pasado siglo Úbeda prescindió de la poesía y el romanticismo. Barcelona y Madrid mordieron una buena parte de la población. Acababa de nacer la inmigración. Antonio Muñoz Molina, Sabina y tantos y tantos anónimos.\n\nNos vamos de noche, el tren jadea pese al sinuoso declive. Le cuesta arrancar porque la luna yace sobre una tierra que se esconde en el infinito, tapizada de geométricos centinelas de ancho tronco y hoja verde. En la cresta de Cazorla los árboles se zarandean como diciendo ¡Adiós!\n\nDicen que en una muy lejana época, cuando el tiempo se vestía de mil y una noches, en la muralla de Úbeda la reina mora cantaba desde la torre de la alcazaba su amor por el Guadalquivir –rio grande-, mientras la luna le hacía el ojito y alzaba su antorcha para iluminar la pasión por su amado.\n\n\n\n

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