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Este viaje se va terminando. Me empiezo a despedir de Macedonia y sus gentes. De mi cuaderno de notas entresaco:\n\nVelatorio en Paléfito. "Las campanas tocan toda la tarde y las tabernas han silenciado la música. No se oyen risas en las calles. Apadrinado por los Kanelliadou, asisto a un velatorio en la casa de la familia Karagunis. Se ha muerto Sofía, llevaba años muriéndose y para familiares y deudos su muerte es un alivio después de tanto tiempo de lucha y duelo. Los hombres están abajo, en el patio, sentados o en corros. Las mujeres arriba, de negro, distribuidas por todas las habitaciones del piso alto de la casa. Las tertulias suben y bajan de volumen. Durará toda la noche. Van y vienen las bandejas con tirópitas, queso, aceitunas y bugachas, esgrimidas por las personas mas cercanas al núcleo familiar. Luego aparecerán el ouzo, el tsípuro y el café. Muchos vecinos traen de sus casas sus propios platos, que al llegar reparten entre todos. Vendrán cientos de vecinos, estarán un rato y se marcharán, pero toda la noche se quedará velando el cadáver un nudo de familiares y allegados. Al día siguiente un monje venido del Monte Atos celebra la misa muy temprano. Las misas en Paléfito son emitidas por los altavoces de la torre de la iglesia, de modo que todo el pueblo puede oir las salmodias bizantinas mientras se desayuna. Luego está la procesión hacia el cementerio. En el momento del entierro (nadie incinera aquí) se desata el llanto colectivo. Todos sin excepción lloran al tirar sobre el ataúd de Sofía los preceptivos tres puñados de tierra. Al salir hay que lavarse las manos en un pilón de agua que hay junto a la puerta."\n\nLos Kanelliadou. "Nikos Kanelliadou es lo mas parecido a los minotauros de la Suite Vollard de Picasso que he visto en mi vida. Es uno de esos minotauros reencarnado. Corpulento, lujurioso, poderoso, carismático, expresivo. El pelo prieto y ensortijado. Los rasgos de la cara marcadísimos, especialmente los labios. Los ojillos listos y zumbones. Sabe cantar. Le gusta cantar. Impresionante verlo reír mientras se come una raja de sandía. Maria Kanelliadou tiene un ojo tirando a negro y otro a verdiazul, por lo que la gente dice que tiene poderes adivinatorios. Yo no sé si tiene poderes; aparte de su belleza y de su generosidad, creo que su poder mas evidente es la alegría de vivir. La va derramando sin tasa por donde va y siempre, siempre le sobra. Luego están las tres hermosas hermanas Kanelliadou, y luego estoy yo. Vamos en una camioneta abierta por los caminos de las vegas bajas de la provincia, entre los melocotoneros, los perales, las remolachas y los maizales. La familia Kanelliadou, que tiene problemas como todo el mundo, sabe sacar el zumo de la alegría de los momentos más triviales e impensados, eso que Bertrand Russell llamaba la "felicidad". Para ello no necesitan estímulos exteriores. No necesitan "entretenerse" o que "los entretengan". Aquí los Kanelliadou se han puesto a reír y cantar a partir de cualquier inteligente tontería que se les ha ocurrido. La camioneta va dando tumbos y el aire se lleva las canciones. Pasamos un puente sobre un río. El sol es un disco rojo en el horizonte."\n\n\n\n\n\n\n\n
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