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  • Recién vuelto de Grecia, decidido a quitarme la melancolía y a saber qué clase de viajero soy según Laurence Sterne, releo el Viaje sentimental por Francia e Italia, en una nueva (2006) y hermosamente editada traducción de Max Lacruz Bassols para su fina editorial Funambulista. (Esta es la edición que recomiendo y no la mala traducción que leí hace años y que todavía veo dando tumbos en ediciones de bolsillo por ferias y librerías de viejo. La traducción de Alfonso Reyes está reeditada -y lejos- en México, Fondo de Cultura Económica.)\n\nEscrito poco antes de que los románticos empezaran a hacer turismo masivo por toda Europa (se publicó en 1768), el Viaje sentimental sigue siendo ese texto inteligente, ligero y encantador, ese texto presidido por el humor y la ironía cuya estructura es una deliciosa miscelánea ensayístico-novelística que contiene parodias de cartas, fragmentos narrativos, retratos de personajes, pintura de escenas, reflexiones, aforismos, miniaturas. Viaje ficcionalizado, novela-ensayo, ejemplar inaugural de su especie: el moderno libro de viajes. \n\nEs notable la cantidad de ideas que aparecen aquí por primera vez. Conceptos invisibles para nosotros de puro metabolizados. Por ejemplo, la idea de la bondad del viaje como aprendizaje de la tolerancia: "los viajes nos permiten conocer hombres y costumbres distintos y nos enseñan la mutua tolerancia. Y la mutua tolerancia nos enseña la mutua estimación". O la idea del viaje "vital" y no "cultural". Yorick no va en busca de ruinas e iglesias sino que quiere "experiencias", emociones, mezclarse con la gente, con "la vida": "y por esta razón no he visto el Palais Royal, ni el Luxembourg, ni la fachada del Louvre, ni me he preocupado de aumentar los catálogos que ya poseemos de cuadros, estatuas e iglesias de Francia... mi viaje es en realidad un viaje del corazón en busca de emociones."\n\nEl viajero sentimental es el viajero de la aventura individual y subjetiva. Ha descubierto que el viaje agudiza sus sentidos y lo predispone a abrirse confiado a las novedades. Una mezcla de curiosidad, buen humor y atención a los detalles será su estilo viajero. Saludará las contingencias, por minúsculas o fastidiosas que sean, que le pueda deparar el viaje. Estará atento a ellas. Su fantasía hará engrandecer e intensificar las anécdotas (a veces irrisorias) que van saliendo a su paso. Una historia galante, por ejemplo. Sí: es el primer texto moderno en que se habla de la actitud espiritual en que nos sumerje el viaje. "¡Qué gran volumen de aventuras puede captar en tan breve espacio de vida el que se interesa en todas las cosas, y con los ojos bien abiertos a lo que el tiempo y azar siempre le ofrecen, no desperdicia en su viaje nada de lo que sus manos pueden asir!"\n\nSterne (que redactó el Viaje sentimental bajo el influjo del loco enamoramiento de una mujer casada, y que moriría solo y abandonado a los dos meses de su publicación) rechaza a esos amargados que pretenden haberlo visto todo, que todo lo critican y que anuncian la esterilidad de las cosas, a los que viajan en línea recta, a esos pedantes que no ven más que incomodidades y que pretenden trasladar su propio mundo a los mundos que visitan. Pues el viajero sentimental está siempre de buen humor, dispuesto a tomar las cosas como vienen. Va en alegre y confiada busca de lo otro: "un inglés no viaja para ver ingleses", dice. Observa minucias, por ejemplo minucias lingüísticas: una expresión cazada a un peluquero le sirve para abordar una breve y aguda reflexión sobre las diferencias entre la lengua inglesa y francesa, entre el sensato empirismo inglés y la gala tendencia a lo sublime "que promete más que da."\n\nEl viajero sentimental es también el primer mirón, el primer flâneur: "permanecí algún tiempo a la puerta del hotel mirando a la gente que pasaba y haciendo conjeturas acerca de ella". El primer aventurero: "el hombre que teme o desdeña entrar en un sitio oscuro podrá ser una excelente persona, capaz de cien cosas, pero nunca será un perfecto viajero sentimental". Y un ligón que se pasa todo el viaje intentando seducir a damiselas de los lugares por donde va. Y, por supuesto, llevará consigo la vieja fascinación de los ingleses por Francia, llena de resquemor y suspicacias, creadora de tópicos: "los franceses conciben mejor que perciben". "Los franceses son leales, galantes, generosos, ingeniosos y de buen carácter... si algún defecto tienen, es el de ser demasiado serios". \n\nEn su famosa y graciosa lista, tantas veces citada y todavía vigente, Sterne agrupa las clases de viajeros según viajen por necesidad, por enfermedad del cuerpo o por imbecilidad de la mente. Están los viajeros simples, los viajeros ociosos, los viajeros curiosos, los viajeros mentirosos, los viajeros orgullosos, los viajeros vanidosos, los viajeros melancólicos, los viajeros delincuentes, los viajeros malvados, los viajeros desgraciados, los viajeros inocentes, los viajeros simples y, por último, los viajeros sentimentales. El autor de Tristram Shandy engrosa él mismo otra lista, la de los conspicuos escritores tardíos, pues empezó a publicar a los cuarenta y cinco años. Siempre que algún amigo escritor que aún no ha publicado me dice "pero adónde voy yo a mi edad con mi manuscrito" le contesto: acuérdate de Sterne. \n\n\n\n\n\n\n\n\n\n
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  • 2008-09-21 18:43:08
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  • Laurence Sterne: Viaje sentimental por Francia e Italia
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