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  • Hoy es un día muy especial para mí. \n\nNunca pensé que este blog, que comencé a finales de junio del pasado año, fuese a perdurar en el tiempo. Seis meses que he disfrutado y han pasado muy rápido.\n\nAfortunadamente me he sentido con fuerzas para alcanzar los cien posts. Ha costado dedicación, un poco de trabajo y horas, muchas horas quitadas al sueño para buscar información y redactar estos pequeños artículo en materia de viajes tras la jornada laboral.\n\nVuestras visitas y comentarios me han servido de estímulo constante.\n\nPero todo tiene su recompensa y, para mi, llegar al número cien ya es un logro con el que ni siquiera soñaba.\n\nY, por ser un momento especial, di muchas vueltas para ver a qué dedicaba este post. "Tendría que ser un lugar privilegiado", me decía. \n\nAsí que puestos a pensar, me decidí por esta magna obra que Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti) y otros artistas realizaron para el Estado Vaticano: la Capilla Sixtina. Un lugar único donde el arte rebosa por las cuatro paredes de la sala.\n\nPor ser único, porque las visitas suelen ser rápidas y agobiantes, debemos extendernos largo y tendido en esta obra. Vamos a dividir el trabajo en tres post diferentes con la siguiente cronología:\n\n
    1. Historia y descripción de la Capilla Sixtina.
    2. La Bóveda.
    3. El Juicio Final o Juicio Universal.
    Comencemos, pues, hablando brevemente de la Historia de la Capilla Sixtina.\n\n
    La Capilla Sixtina es la estancia más hermosa de los Edificios Vaticanos. Para mi gusto compite con la Basílica de San Pedro e, incluso, con la Pietá, la escultura que cinceló Miguel Angel para describir el momento en que la Virgen María recibe el cuerpo yaciente de su hijo Jesús, que está blindada con cristales dentro de la Iglesia.\n\nLa Capilla Sixtina se encuentra situada en una de las esquinas de la zona suroeste del Palacio Pontificio.\n\nSu nombre está estrechamente vinculado a un Papa, Sixto IV, quien ordenó levantarla. Se construyó entre 1477 y 1480. Actualmente sirve de sede al Cónclave que debe finalizar con el famoso "Habemus Papam", o sea, el Cónclave que elige al sucesor de Pedro.\n\nAunque las evidencias son mínimas, se cree que en este lugar existía una pequeña capilla desde la época del Papa Nicolás III.\n\nEn la génesis de esta capilla están dos técnicos de gran fama, Baccio Pontelli, el que realizó el primer proyecto, y Giovannino de Dolci quien dirigió el levantamiento del edificio. \n\nCon dicha capilla se pretendían dos objetivos. Uno, instalar allí la nueva capilla Palatina, y otro, de carácter defensivo, proveer la defensa con muros anchos y robustos.\n\nLa estructura de la Capilla es muy sencilla. De forma rectángular, mide cuarenta metros de largo y veinte metros con setenta centímetros de ancho. Esta quizá sea una de las características que más me defraudó. \n\nYo tenía idealizada a esta capilla con unas dimensiones enormes y, realmente, cuando estás allí, te das cuenta de que, si no fuera por los pinceles de Miguel Angel, esta sala pasaría desapercibida entre otras muchas.\n\nEstá cubierta por una bóveda de cañón que suaviza las líneas rectas y duras del resto de la sala. El suelo es de mármol en distintos colores. También una reja de mármol separa la zona del presbiterio, reservada a los oficiantes de la liturgia, de la zona común, reservada a los fieles.\n\nEl trabajo pictórico fue encargado al Perugino, quien rápidamente se rodeó de otros maestros como Sandro Botticelli, Domenico Ghuirlandaio y Cosimo Roselli, quienes, a su vez, incorporaron a sus alumnos, Piero di Cosimo, Bartolomeo della Gatta y Pinturicchio.\n\nEl quince de agosto de 1483, el Papa sixto IV consagraba esta capilla dedicándola al advocación de la Asunción de la Virgen.\n\nHay un dato curioso, de todos los artistas que trabajaron hasta entonces, incluido Miguel Ángel, que lo hizo después, sólo hay estampada una sóla firma, la de Perugino. Bien es cierto que entonces no existía dicha costumbre, como bien sabe Miguel Ángel con su famosa Pietá, a la que, una vez finalizada, tuvo que tallarle la firma de forma secreta y con nocturnidad para evitar apropiaciones indebidas.\n\nDurante los tres papados siguientes, la Capilla quedó intacta, y no sería hasta el cuarto cuando se decidió realizar alguna modificación.\n\nUn sobrino del Sixto IV, Julio II, decidió modificar la bóveda de la misma hizo el encargo a Miguel Ángel, quien no supo quitárselo de encima pues sus vínculos con el papado no eran muy rentables hasta entonces.\n\nLa nueva obra pictórica comienza un diez de mayo de 1508 y se hizo acompañar de dos expertos en la técnica del fresco, Francesco Granacci y Jacopo d´Indaco. ¿Por qué hizo Miguel Ángel esto? Porque la desconocía y nunca había trabajado de esta manera.\n\nEn cuanto adquirió la destreza necesaria y los conocimientos suficiente, los despidió y se quedó sólo, para el trabajo, para la gloria y para la posteridad.\n\nEl trabajo era arduo y lento, pero el Papa tenía prisa por concer la obra. A mitad del trabajo, cuando sólo había pintado media bóveda, obligó a Miguel Ángel a retirar todos los andamios para ver la obra encargada.\n\nEn contra del deseo del artista se hizo lo ordenado y la admiración del Papa no se hizo esperar proclamando a los cuatro vientos la magnitud artística de la obra de Miguel Ángel.\n\nA tenor de este retumbar de campanas papales acudieron los principales de Roma, religiosos, militares y civiles. Se cuenta que, entre ellos, se introdujo Rafael, quien desde que admiró la técnica de Miguel Ángel, cambió su propio estilo.\n\nLa obra se culminó en octubre de 1512, lo que permitió al Papa celebrar la inauguración en la fiesta de Todos los Santos, el uno de Noviembre.\n\nTras un periodo corto de tranquilidad en la Capilla, en 1533, el Papa Clemente VII pidió a Miguel Ángel que hiciera dos obras, una en el altar, donde se reflejara el Juicio Final; y otra en la entrada donde se reflejara la Caída de ls ángeles rebeldes. Esta última quedó en proyecto y nunca se realizó.\n\nEl Papado de Clemente VII finalizó y el artista no había movido ni un dedo todavía. Tuvo que ser obligado, de nuevo, por el siguiente Papa, Pablo III, a comenzar la magna obra.\n\nEn primer lugar tuvieron que ser destruidas las pinturas realizadas por los primeros artistas, cubriéndolas por una fina capa de ladrillos. Sobre esta pared, Miguel Ángel empezó a pintar, esta vez sólo, la obra del Juicio Final en 1535.\n\nTerminó seis años después. Seis años para decorar doscientos metros cuadrados de pared con una de las mejores obras maestras de todos los tiempos.\n\nEl treinta y uno de octubre de 1541, el Papa Pablo III celebraba solemnes vísperas antes el altar más bello de la cristiandad.\n\nPara finalizar os voy a contar una curiosa anécdota. \n\nEl artista Miguel Ángel, en el Juicio Final, pintó las figuras desnudas porque el desnudo era lo que diferenciaba principalmente al Renacimiento de corrientes artísticas anteriores y, además, porque, como acertadamente decía él, las almas no tienen sastre que las vista. Jesús y la Virgen, santos y santas, aparecían primeramente en el cuadro mostrando claramente los distintivos del sexo.\n\nAnte tamaña exposición de las partes púbicas, los cardenales elevaron su queja al Papa, especialmente el maestro de ceremonias Biagio de Cesana, alegando lo indecente de tal pintura en la capilla Sixtina.\n\nMiguel Ángel se negó, por lo que el Papa Pablo III hizo que alguno de sus discípulos trazase algunos velos que serpentean por el cuadro, cubriendo las partes pudendas más visibles, especialmente de la Virgen y de Jesús. Estos discípulos fueron Girolamo de Fano y Daniele da Volterra, al que desde entonces se le llamó "el Pintacalzones".\n\nPero Miguel Ángel se vengó. Si nos fijamos en el Juicio Final, en el flanco derecho, hay un condenado de gran nariz, melena blanca y aire episcopal, que llama la atención por sus dos orejas de asno y una serpiente que, saliendo de las llamas, se enrosca a su cuerpo.\n\nEs el retrato de Biagio de Cesana, el que dirigió la protesta contra la desnudez de las figuras.\n\nEl prelado, encolerizado por esta libertad que se tomó el artista y asustado de verse en el infierno, acudió al Papa, rogándole con lágrimas y suspiros que diese orden para que borrara su caricatura del terrible cuadro. \n\nPero Pablo III, que era hombre de buen humor, contestó con gravedad:\n\n"Querido hijo mío, si el pintor te hubiese puesto en el purgatorio, podría sacarte, pues hasta allí llega mi poder; pero estás en el infierno y me es imposible. Nulla est redemptio".\n\nY allí está todavía el desventurado Biagio de Cesana, con sus orejas de burro y la serpiente enroscada, maldiciendo, sin duda, la hora en que se le ocurrió vestir a la corte celestial.\n\nEste hecho pasó a la historia como la Venganza de Miguel Ángel.\n\nOtra maldad del genial Miguel Ángel. El Juicio Final está sobre el altar de la Capilla. Cuando el sacerdote, en la celebración de la liturgia, dirige la mirada hacia el crucifijo que está situado en el mismo, concentra su mirada en un punto del mural. ¿Saben ustedes en dónde?\n\nCreo que se lo imaginan, justo en la puerta que da acceso al Infierno.\n\n
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  • 2009-02-12 12:14:38
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  • La Capilla Sixtina (1): donde Miguel Ángel se hizo Dios.
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