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  • La primera vez que pisé Montmarte subí hasta la colina del Sacre Coeur a conocer la Basílica y, como no podía ser de otro modo, a disfrutar de las excepcionales vista de París que tenemos desde allí, eso sí, siempre que la niebla no lo impida.\n\nLo normal que hace cualquier visitante, y así hice yo, una vez examinada la bellísima Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, es dirigirse hacia la cercana Place du Tertre ("Plaza del Montecillo") donde están apostados pintores, dibujantes y artistas en general que quiere vender su género. Por cierto, recomiendo una vuelta concienzuda porque hay algunos extraordinarios.\n\nPor esta razón, justo al salir del Sacre Coeur me dirijo hacia la derecha bordeando un edifico de piedra. Al finalizar éste, en la acera de enfrente, existe un pequeño jardín. \n\nEn el centro, y sobre un pedestal de granito hay una estatua, que si no nos fijamos en ella, puede pasarnos desapercibida. A esta estatua en concreto nos vamos a referir en este post.\n\nLa estatua actual es la segunda que se erige en el mismo lugar y, ambas, representaban a Jean François Lefebvre, el "Chevalier de la Barre", cuyo título traducido viene a ser algo así como el Caballero de la Barra.\n\nNos toca ahora contar la desgraciada historia de este joven caballero que murió a los 19 años gracias a la intransigencia religiosa de su época.\n\nEl Chevalier de la Barre nació en el Castillo de Férolles-en-Brie en 1746. A los dieciseis años, huerfano de padre y madre, se cambia de domicilio y se va a vivir a Abbeville con su tia a la abadía de Willancourt. Su padre había dilapidado la una inmensa fortuna heredada del abuelo que fue general de los ejércitos franceses.\n\nAllí vivió forzado a seguir las directrices religiosas de su tía y, quizá, debido a esto, almacenaba en su interior un sentimiento anticlerical y librepensador que fue lo que le trajo, posteriormente, problemas con la sociedad profundamente religiosa que imperaba en Francia a mediados del siglo XVIII.\n\nEn 1765, cuando el Chevalier contaba la edad de 19 años, en la ciudad de Abbeville, donde residía, hubo un "intento de destrucción" de una imagen, esculpida en madera, de Jesucristo en la cruz. Esta imagen estaba apostada sobre uno de los puentes de la ciudad. \n\nYa el alguacil encargado de las pesquisas policiales, en su informe, señaló que esta imagen "había sido reducida drásticamente en varios lugares por algún instrumento dañino, produciendo destrozos en la pierna derecha y en el estómago".\n\nLa conmoción en la ciudad fue grande y las fuerzas públicas y religiosas, lideradas por el Obispo de Amiens, quieren buscar culpables para que paguen la blasfemia que se había llevado a cabo.\n\nPero, ¿quién cometió el sacrilegio?. No hay pruebas, pero sí rumores. Los sacerdotes incitan a la delación y el pueblo se enciende cada vez más.\n\nFinalmente, la investigación queda en manos de la policía de Abbeville, quienes no dudan en utilizar métodos de tortura para recoger falsos testimonios y falsas pruebas. \n\nEn estos métodos participa Belleval, teniente de tribunal electo, un enemigo personal de la abadesa de Willancourt por negarse ésta a pretensiones económicas del otro.\n\nIntimidadas algunas personas y, sabiendo hacia dónde quería dirigir los interrogatorios el teniente Belleval, éstas no dudan en acusar a tres jóvenes, Etallonde de Gaillard, el señorito Moisnel y Jean François, Chevalier de la Barre, de cantar canciones obscenas y libertinas, y, sobre todo, acusan a éste último de no quitarse el sombrero al paso de una procesión religiosa, y de hacerlo por dos veces. Insisten que, también incurren en la falta de no arrodillarse al paso de las imágenes.\n\nLanzado el señuelo, el teniente registra la habitación del Chevalier de la Barre y encuentra allí uno de los libros más renombrados de la Ilustración francesa, el Diccionario Filosófico de Voltaire y algunos libros eróticos.\n\nEl teniente aporta las pruebas y el Obispo de Amiens quiere tomar esta situación para imponer un castigo ejemplarizante.\n\nLas influencias de la abadesa, de periodistas, e, incluso, de Voltaire sobre el Parlamento en París no dieron sus frutos, es más, agravaron la condena, porque lo que había sido primero un castigo de destierro a galeras, fue conmutado a pena de muerte en la hoguera. La súplica al Rey no tuvo ningún efecto.\n\nEn sus últimos días, el Chevalier de la Barre, primero es condenado a sufrir torturas para denunciar a sus cómplices y reconocer sus delitos y, antes de ser decapitado y quemado en la hoguera, le cortan la lengua y los puños, pero no lograron arrancarle ni un nombre ni una autoinculpación.\n\nSus últimas palabras fueron: « Je ne croyais pas qu’on pût faire mourir un gentilhomme pour si peu de chose », ("Yo no creo que deba morir un hombre por hacer tan poco"). Tan sólo tenía 19 años. Su delito, no quitarse el sombrero al pasar la procesión. Murió el 1 de Julio de 1766.\n\nDe los otros dos jóvenes, nada se hizo, Moisnel tenía 15 años y se decidió absolverlo. Voltaire si pudo obtener el perdón para Etallonde de Gaillard, quien huyó a Holanda.\n\nEl caso del Chevalier de la Barre fue utilizado por Voltaire y la Ilustración francesa como ariete contra la arbitrariedad de la justicia del Rey y contra el radicalismo de la jerarquía eclesiática.\n\nPero no todo quedó aquí, en 1793, tras la Revolución Francesa, la Convención rehabilitó la figura del Chevalier de la Barre.\n\nUn siglo después, en 1897, una comisión de librepensadores decidieron erigir una estatua al Chevalier junto a la Basílica del Sacre Coeur. Y así se hizo.\n\nEl gobierno de Vichy, en 1941, con la escusa de que necesitaba metal para la guerra, la retiró, pero no fue capaz de fundir estatuas de Reyes ni Emperadores. \n\nActualmente, en el mismo sitio, hay una estatua que se erigió en el año 2001, el 24 de Febrero.\n\nEl nombre del Chevalier de la Barre da lugar a innumerables asociaciones por toda Francia de tipo anticlerical y librepensadora.\n\nFinalmente, tras indagaciones posteriores, se descubrió que la degradación del crucifijo fue causada por el accidente de un carro cargado de madera que pasaba por el puente donde éste se encontraba.\n\nAsí era la justicia del Rey y la eclesiástica en el siglo XVIII, capaz de condenar a muerte a un joven de 19 años por el único motivo de no retirarse el sombrero, de no saludar una procesión católica que pasaba delante de él.\n\n¡Qué Dios te acoja en su seno, Jean-François!\n\nEl pueblo de París también le dedicó una calle que está a pocos pasos de la estatua, justo a la espalda de la Basílica del Sacre Coeur y a la derecha de la Iglesia de Saint Pierre de Montmartre.\n\nPróximamente os hablaré de ella, os aseguro que os sorprenderéis.\n\n\n\n
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  • 2008-12-28 14:46:12
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  • "Le Chevalier de la Barre", una estatua en Montmartre.
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