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  • \n\nEs increible como la memoria juega con nuestros recuerdos aparentemente inmune a lo que nosotros pensemos sobre lo que es importante y lo que no. Como si de un ser autónomo se tratara, ella selecciona los destellos del pasado que han de asaltarnos haciendo que cualquier momento intrascendente se quede indisolublemente unido a un lugar y que sin embargo tengamos que recurrir a las fotos o los diarios para revivir lo "importante".\n\n\n\nDe Myamdoab se supone que no debería recordar ni el nombre, pues es una etapa del viaje absolutamente prescindible por el simple hecho de que allí no hay nada que ver, y sin embargo sé que no voy a olvidar esa ciudad. \n\nY sé que una y otra vez aparecerá en mi mente al recordar Irán porque allí compré un paquete de pipas a granel tan grande que me duró el resto del viaje y de paso, una vez más, fuimos ayudadas por la amabilidad de estas gentes. Allí decidimos sumarnos al deporte nacional y el almuerzo fue fruta y agua en improvisado pic-nic en el más centrico de los parques, tumbados o sentados bajo aquellos árboles, intentando entendernos con el muchacho que apenas sabía inglés pero al que debíamos de fascinar, prolongando la sobremesa en interminable conversación y disfrutando de una luz y una temperatura perfectas. Allí decidimos hacer lo que hacen el 95% de los iraníes cuando viajan: comprar pastas, lo que pasa que nosotros en muy inferior cantidad a la que ellos acostumbran y con la sana intención, pero poco habitual costumbre por estos lares, de tomárnoslas en plan cafetería española. Allí estuve en la tetería más genuina que encontraría en todo el viaje mojando mis pastas ante 30 pares de ojos que no se despegaban de nosotros.\n\n\n\nLa recuerdo como si fuera una cueva, aunque no lo era, con sus paredes amarillentas por la pintura y por los humos de mil pipas que allí se habrían fumado, con sus fotografías antiguas y sus cuadros tan kisch como los que suelen colgar nuestros abuelos, con su zona de las plataformas alfombradas y su zona de mesas con sillas de artesano "diseño", con los muchachos que con disimulo nos hacían fotos con sus móviles, con su dueño al que bauticé, vete a saber por qué, como Jacinto y cuyo nombre pasó a denominar a todos los homosexuales que (no) vimos por la simple razón de que el presidente dice que no existen, con la pareja de amigos que silenciosamente jugaban al backgamon mientras fumaban un narguille, por los aros paralelos que un virtuoso del fumar sacaba de su boca para asombro de amigos y extraños...\n\n\n\nY para rematarlo porque de allí nos fuimos sin pagar desconocedores de la costumbre de por tres veces decirte que eres invitado a lo que compras, comes o bebes aunque solo sea una forma de amabilidad extrema ya que, por supuesto, se espera que declines la invitación y pagues como todo el mundo. Aunque tambien es posible que realmente nos estuvieran invitando los chicos de los móviles.\n\nSea como sea nunca lo sabremos pero la sonrisa al recordarlo no hay quien me la quite.\n\n\n\n\n\n
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  • 2007-11-08 18:52:27
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  • Cartas desde Irán -7-
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