PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • Como ahora estoy en Madrid no puedo consultar en mi diario de viaje (siempre hago uno, ya les hablé del Alzheimer prematuro) y por tanto no tengo ni idea qué fué lo que nos llevó a coger aquel autobús en Ciudad Bolivar, atestado de personas, animales y cosas, y recorrer durante toda una noche unas carreteras que estoy segura fué mejor no distinguir, pero donde comprobé que el cuerpo humano es capaz de adaptarse absolutamente a todo si la necesidad apremia.\nMuy cansada debía ya de estar cuando en aquellos potros de tortura pude dormir practicamente todo el recorrido, aunque lo mejor fué cuando se vació el largo asiento trasero, aproveché a estirarme y con cada bache mi cuerpo literalmente levitaba y posteriormente caía de nuevo a plomo. Incluso allí seguí durmiendo.\nYa digo, no tengo ni idea, pero la siguiente parada en nuestro periplo por Venezuela iba a ser Pto. Ayacucho. Llegamos temprano por la mañana buscando un café, unas arepas y una cama y la casualidad nos hizo cruzarnos con un médico que, después de pasar años viviendo y trabajando por y para los indígenas, había decidido darles una vida un poco más "normal" a sus hijos y había vuelto y montado una pequeña empresa de turismo. Buena gente el doctor... buena conversación, desencanto respecto al gobierno y las posibilidades reales de los pueblos indígenas, información sobre lo que Venezuela fué y entonces era (estámos en 1992 y la posterior subida del crudo aún no se había producido para poder llevar de nuevo dólares al país),confianza, pese a todo, en las posibilidades de los que apostaban por no dejarse llevar por la desidia nacional....en fin, un regalo para el viajero.\nContratamos con él un recorrido de 5 días por los cayos del Orinoco. Una pareja de suizos, nosotros dos, un cocinero y un patrón a bordo de un gran tronco vaciado, con tablones por todo asiento, donde pasar 6-8 horas diarias. Suena duro, lo fué hasta que el trasero se acostumbró, pero fué una experiencia increible.\nLa selva... rodeándote por todos lados, inmensa, olorosa, repleta de vida, de sonidos, de luces y sombras pero que cuando se abría mostraba un poblado donde, sin faltar una vez, encontrábamos un grupo de niños bañándose en el atracadero y que celebraban nuestra aparición como una fiesta.\nLa selva... llenando el suelo de la cabaña donde dormimos la primera noche de cucarachas que crujían bajo nuestros pies y a las que ignorabas o te cortabas las venas.\nLa selva... tan llena de las mariposas a las que el suizo era aficionado, y donde, al saberse en las riberas, los niños nos esperaban en nuestras paradas con todo tipo de ejemplares en desinteresada colaboración.\nLa selva... con sus noches durmiendo en hamaca en un roquero en medio del rio bajo una luna de ensueño.\nLa selva... con sus pequeños mosquitos puri-puri cuya picadura no molestaba pero dejaba una lesión tan escandalosa que mis piernas, saeteadas por mil sitios, parecían infectadas por algún mal incurable.\nLa selva dura, hermosa y vulnerable. ¿Como perdonar a quien la destruye después de haberla conocido?\n \n
sioc:created_at
  • 2007-06-21 14:55:20
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
sioc:has_reply
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/kovalam90/2007/6/21/pto-ayacucho-y-selva (xsd:anyURI)
sioc:title
  • Pto. Ayacucho y la selva
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all