sioc:content
|
-
\nYemen tiene la fortuna de haber contado en su historia con dos mujeres excepcionales al frente de un reino: la reina Bilquis en Saba y la reina Arwa en Jibla. 2.000 años separan sus reinados pero ambas fueron gobernantes sobresalientes en sociedades absolutamente masculinas.\n\nAsí como de la legendaria Bilquis no quedan más que referencias bíblicas y la tradición oral árabe, de Arwa conocemos gran parte de su historia. Casada con el sultán Mukarran actuó como co-regente ante la debilidad física y como dirigente de su marido. A la temprana muerte de este asumió el poder como sultana apoyada por el afecto que el pueblo le tenía. Durante 50 años llevó a su reino la paz y la prosperidad, construyó gran cantidad de obra pública mejorando las infraestructuras y los sistemas de cultivo, y gobernó con mano firme frente a los enemigos internos y externos gracias a su inteligencia, cultura y diplomacia. Y nunca accedió a casarse con ninguno de los numerosos pretendientes que quisieron "aliviarla" de su carga, renunciando también, con ello, a la descendencia.\n\nJibla era la capital de su reino, una hermosa población situada en un promontorio entre dos wadis. Sus bellas mezquitas, el palacio de la Sultana y sus hermosas casas-torre en piedra de la zona vieja hablan de pasados esplendores, y recorriendo en aquel fresco día las tranquilas y empedradas calles no pude, ni quise , evitar rendir mental homenaje.\n\nY si Jibla en mi recuerdo es su reina, para mí Ibb son sus niños. Decidimos mi compañero de ruta y yo hacer aquella visita por nuestra cuenta y enfilamos las estrechas e intrincadas callejuelas con paso lento y en silencio... En silencio hasta que un grupo de 7 u 8 niñas nos adoptó como improvisados espectadores de sus canciones y el pueblo dejó de tener importancia y pasó a convertirse en el marco que las rodea al evocarlas. ¡Qué prescindible se vuelve el idioma cuando las personas nos entendemos con los ojos y las manos!. Ellas en árabe y nosotros en español conectamos gracias al lenguaje universal del corazón. Nos acompañaron durante todo el recorrido haciéndonos reir y jugar, nos guiaron cuando los pasos se nos extraviaban y nos hicieron niños con ellas.\n
|