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  • \nLa siguiente etapa del viaje nos llevó de nuevo a la costa pero esta vez a la del Mar Rojo. Una zona del país conocida como la Tihama caracterizada por su tórrido clima y la influencia que la cercana costa africana tiene entre la población. En ella nos encontramos poblados que no desentonarían en Etiopía, mujeres que visten coloridos trajes y dejan su rostro al aire, y gran proporción de rasgos negroides. Aqui el cerebro se derrite bajo un sol de justicia del que se huye paseando bajo huertas de palmeras datileras, mantenidas gracias a la sabia y paciente canalización del agua hasta el mismo pie del arbol, o recostándose con un vaso de té en la mano en uno de esos sofás altos, hechos de madera y cuerda, que son tan típicos de la zona. Aunque también puede buscarse alivio con un baño en cualquier punto de la interminable playa que es la costa... y no encontrarlo porque el agua está mas caliente que la de tu bañera.\n\n\nDos destinos nos aguardaban ese día: Zabid y Hodeidah. \nEn Zabid, en su casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad, nos encontramos con lo que queda de lo que fué el gran centro académico y cultural del mundo árabe, la sede de la primera universidad de occidente, que llegó a albergar en sus aulas 5.000 estudiantes entre sus 250 escuelas y mezquitas. Las calles son anchas, las casas de piedra tienen menos alturas y hay gran cantidad de bellos edificios totalmente encalados que reverberan bajo un cielo en el que no se vé una sola nube. En este marco rodó Passolini "Las mil y una noches" y es visita obligada conocer la casa en donde estuvo viviendo mientras trabajó aquí. La familia propietaria no dudó en desalojar el maravilloso salón en el que, se notaba, hasta hacía unos minutos habían estado ellos, para que pudiésemos descansar contemplando los bellos techos de madera, las hornacinas que decoran sus paredes y la luz tamizada a través de las ventanas con cristales de colores. Podrían perfectamente solicitar el pago de una entrada, y uno lo consideraría normal y hasta gustoso lo haría, y sin embargo prefieren tratar al turista con la hospitalidad que merece una visita que luego, con discrección, ya se entregará una pequeña cantidad de dinero. Hay formas alternativas de hacer las cosas. \n\n\nHodeidah es otra cosa. Hodeidah es un infierno. Hodeidah es una sartén repleta de humedad en la que te guisas de a poquitín en tu propio jugo. O quizás es mucho pero no tanto y lo que pasaba es que este cuerpo llevaba encima demasiados días de calor. El caso es que la búsqueda de un teléfono desde el que llamar a España para tranquilizar a amigos y familiares, tras el secuestro de los franceses, me dejó tan extenuada que cambié la prevista langosta por bocata de lomo y ceveza sin alcohol en el hotel. Y supe lo que era rozar el cielo con los dedos.\nPero siempre hay un mañana y hubo que salir para poder conocer la mayor atracción de Hodeidah: su puerto pesquero. Un muelle repleto de coloridos barcos que descargaban cien tipos de peces. Compradores al menudeo y al por mayor enzarzados en teatrales aspavientos. Mujeres veladas y hombres de torso desnudo. Una nave dedicada en exclusiva a todo tipo de escualos. Niños por todos lados. Constructores de barcos orgullosos de mostrar su trabajo a esta viajera curiosa. Acarreadores de hielo que te regalaban trozos que mitigaran el fuego.\n\nY por todos lados, como por todo el país, el gesto amable,las sonrisas, las bienvenidas, los mejores deseos para tu viaje, las peticiones de fotos, la ayuda desinteresada... La verdad es que, a calor pasado, me acuerdo con cariño de Hodeidah.\n\n\n\n\n
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  • 2007-07-29 10:03:56
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  • Mi Yemen (XII) - Me acuerdo mucho de Hodeidah
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