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  • Aún no me he recuperado de la noticia del atentado de ayer y desde que me enteré mi cabeza no ha dejado de estar en aquel país rememorando luces,sombras,olores,desiertos y montañas... Hay destinos que "te tocan" y a mí Yemen me llegó al corazón.\nAquel encuentro nocturno con Sanaá y su increible y maravillosa arquitectura a la luz de las anaranjadas farolas. Las primeras sonrisas (omnipresentes durante todo el viaje), las primeras peticiones de "suras" (fotos) solo por el placer de ser retratados y el primer restaurante (un fino plástico por mantel, un ruido y calor más que elevados y una comida deliciosa). Aquello fué amor a primera vista.\n\nLuego, a la luz del día, caminar sus intrincadas callejuelas. Sorprenderse con los huertos de barrio que son oasis de verdor en medio de la piedra y la cal. El cigarrillo en la boca del panadero que no restará un ápice de sabor a los distintos y exquisitos panes. Los niños que rien, se acercan, te tocan y no piden dinero. Perderse por los zuqs y que te acaben improvisando un restaurante en la plazoleta para que disfrutes un ardiente "salta" sin pasar demasiado calor. Aceptar con una sonrisa los snacks que te tiende el adolescente que se cruza contigo, te dá la bienvenida a su país... y se pierde. Ver el atardecer sobre los tejados de Old Sanaá desde la azotea o mafraj del TajTalha Hotel.\nEn el primer día de ruta enfilar hacia Mareb, para siempre ya dolorosamente recordado, y tocar "El Mito y La Historia" en la capital del Reino de Saba, con tantas lecturas ligadas a aquellos parajes. Asombrarse con lo que fúe la Gran Presa y, posteriormente, entrar de lleno en el desierto. En el increible, caluroso, infinito y bello desierto. En la noche solo iluminada por la Luna en creciente me alejo del campamento tanto como necesito para no oir más que a la suave brisa nocturna y a mi felicidad.\nEl amanecer nos trae, de la mano de nuestro imponente guía beduino, una larga travesía entre las dunas. Solo Dios sabe donde encuentra las referencias en esta paisaje, tan igual y tan distinto, pero las conoce al dedillo y nos lleva hasta el Wadi Hadramut para reencontrarnos con el asfalto. Allí "volamos" sobre el lecho seco de rio cerrado por altas paredes verticales que irán abriendo sus brazos a medida que se acerquen al mar. Quisiera abrir la ventanilla y sacar medio cuerpo fuera para disfrutar a manos llenas de la luz, la arena y la velocidad... pero mis compañeros me matarían. La carretera nos lleva directos a Shibam-Hadramut y todas las fotos vistas anteriormente se quedan cortas ante ese frente de fachada de casas de adobe de 8 ó 10 pisos que llevan 3 siglos en pié. Camino con tranquilidad las callejuelas de esta pequeña ciudad más bella por fuera que por dentro y la niña que llevo dentro envidia a la panda de canijos que han convertido un pequeño charco de lodo en su parque de atracciones. Una pequeña colina al otro lado de la carretera nos regala un atardecer sobre el wadi y la ciudad. Los ocres, dorados y verdes de la tierra se mezclan con los azules, naranjas y rosados del cielo... y yo no tengo ojos suficientes para atrapar tanta belleza ni palabras para agradecer lo que estoy viviendo.\nPero me siento inmensamente feliz. \n\n\n
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  • 2007-07-03 10:41:44
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