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  • Para la foto Seiyun es, fundamentalmente, el impresionante palacio del Sultán reconvertido en Museo Etnográfico.\nPara mí Seiyun son tres cosas bien distintas. Es unos anillos dobles que al cerrarse sobre sí mismos muestran la imagen de unas manos entrelazadas y de los cuales compré tres para que mis dos amigas más cercanas y yo compartiéramos un símbolo de nuestra preciosa amistad. Un eslabón más que me une a mi familia elegida y que nunca me quito. Pero también es el recuerdo de un momento absolutamente delicioso en que una pandilla de maduritos dejamos que nuestros niños interiores salieran a hacer de las suyas y tomaran una sala del museo como improvisada sala de juegos. Recordar las prisas para dejar todo colocado y las caras de absoluta inocencia cuando entró el vigilante nos hizo reir durante días.\nY ante todo fué una gran lección para mí misma. No hacía mucho que había descubierto el proverbio, creo que árabe, que dice "Si no puedes arreglarlo ¿por qué te preocupas? y si puedes arreglarlo ¿por qué te preocupas?" y aquella primera noche en Seiyun comprobé qué cierto es que lo que diferencia a unos acontecimientos de otros, a unas situaciones de otras, no son ellas mismas sino como nos enfrentamos nosotros a ellas. En mi caso fué descubrir que no tenía la faldriquera en donde guardaba el dinero y el pasaporte, y que mi último recuerdo de ella era de la noche anterior, la del campamento en el desierto. Un minuto de pánico y entonces el proverbio acudió a mi mente y con él la serenidad suficiente para analizar la situación. Había dos posibilidades en relación con el momento en que me la quité para cambiarme de ropa: o se había caido en la arena o lo había dejado dentro del coche. Si estaba enterrada en la arena había que darla por perdida y, pensaba, para mí se había acabado el viaje y al día siguiente tendría que regresar a Sanaá. Si estaba en el coche mi querido Alí la habría encontrado al limpiar y la habría dejado en la guantera. No tenía mucho sentido despertarlo después de un largo día de conducción. Así que como no podía arreglarlo apliqué el proverbio, me fuí a cenar con dinero prestado, no dejé que se me fuera la olla cuando me fuí a dormir... y cuando, tras el desayuno, la encontré supe que jamás debería olvidar aquella lección.\nEl miedo, la frustración,el pánico,la impaciencia y todas sus hermanas no son buenas compañeras de viaje. De cualquier tipo de viaje.\n\n
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  • 2007-07-04 00:54:57
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  • Mi Yemen (II) - Seiyun
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