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  • \n\nEl día anterior había sido tranquilo: bajar caminando el empinado camino que une Kawkabam con Shibam, y que se te pare para charlar un hombre que sube cargado con una piedra de ¿30kgs?, recorrer las cuidadas y limpias calles de Thula, e improvisar un comedor en la acera más limpia de Yemen, visitar la famosa y bella cisterna de Hababa, y descubrir detrás el pueblo semiderruido y sucio con más encanto que pueda imaginarse, subir hasta Zakati y Bukur, y comprobar que es posible construir pueblos en paredes casi verticales porque cuando se trata de defenderse "querer es poder". Ya digo, un día tranquilo.\n\n\n\nEl siguiente se presentaba más bien aburrido: una larga etapa de carretera que acabaría en Sahara, el Nido de Aguilas. Muchos kilómetros que los sibaritas del coche 2 amenizábamos gracias al discman con altavoces y la extensa colección de CD´s o con la buena música yemení del cassette de Alí, mientras al resto de la peña sus conductores les regalaban eternas sesiones de oración radiofónica. Así, entre música, cabezadas y conversaciones llegamos al pueblo donde deberíamos cambiar los magníficos Land Cruiser por otros Toyotas muuuucho más pequeños, muuuucho más viejos y con los neumáticos muuuucho más gastados pero con más potencia, la que necesitábamos para recorrer los 11 kms que nos separaban de destino.\n\n\n\nPero es que aquellos 11kms no eran unos kms normales. Eran una pista robada a la montaña sin un solo metro asfaltado, nivelado u horizontal, eran una serie interminable de curvas tan cerradas y empinadas que siempre pensabas "en esa nos quedamos", eran unos tramos de piedras que de tanto transitarse estaban pulidos como los espejos y donde las ruedas sin dibujo patinaban como sobre hielo, eran unos socavones de tal tamaño que amenazaban con tragarnos... pero no hay otra forma de trepar (a aquello no se le puede decir "subir") a Sahara. Casi dos horas de pie en la trasera de aquellas desvencijadas pic-ups, agarrados como podíamos, rezando para no salir disparados en el siguiente bache y disfrutando como enanos porque los chutes de adrenalina es lo que tienen, que le ponen sal y pimienta a la vida.\n\n\nY al final de aquel endiablado camino... Sahara, en la mismísima cima, construido en el perfil de la montaña, tan en alto que de haber encontrado nubes en el cielo las hubiésemos rozado con los dedos. Lo increíble es que aquella aldea no es ninguna rareza digna de visitar si no ejemplo de lo que es habitual en esta zona: situar el pueblo tan inaccesible que al enemigo se le quiten las ganas de llegar. Para compensar el ajetreo de aquellas horas del día en la noche una azotea desde donde disfrutar del frío, el silencio y todas las estrellas del Universo.\n\n\n\n\n\n\n\n
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  • 2007-08-17 10:11:49
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  • Mi Yemen (XVII) - Nido de águilas
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