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  • \n\nUna de mis películas favoritas es "Un lugar en el mundo", intensa reflexión sobre la importancia de hallar ese rincón del planeta donde realmente somos nosotros, donde los círculos se cierran y nos sentimos completos. Más allá del "uno es de donde pace, no de donde nace" yo soy de las de "uno es de donde se siente que es" y ese no siempre coincide con el lugar de nacimiento o trabajo. Tenemos suerte los que hemos encontrado nuestro lugar.\nPero ya el colmo de la buena suerte es haber encontrado el sitio donde descansar eternamente, no porque nuestra pobre osamenta descarnada vaya a ser más feliz enterrada aquí o esparcida sus cenizas por allá sino por lo que en vida imaginemos que sería pasar allí la eternidad .\nYo encontrè ese lugar cerca de Estambul, en la colina de Eyup.\n\nLas vueltas y revueltas de un viaje nunca sabes que sorpresas te van a deparar. La guía hablaba de un pueblito cercano con un mausoleo muy venerado y un bar en las afueras donde solía ir Pierre Loti cuando recalaba en la ciudad. Parecía una buena opción para pasar una tarde relajada y hacia allí fuimos.\nEn un día festivo Eyup tiene toda la pinta de llenarse bastante de familias completas que acuden a pasarlo en sus bonitas calles y plazas tras la obligada visita a la tumba de Ayaub al-Ansari, portaestandarte de Mahoma, pero aquella tarde apenas había gente así que el recorrido por la mezquita y alrededores se convirtió en un más que agradable paseo. Pero yo quería ir aquel café así que buscamos el camino que llevaba a lo alto de la colina... y nos encontramos con el cementerio con mejores vistas del mundo.\n\nEl carácter altamente sagrado de este pueblo lo ha convertido en lugar de preferencia para el descanso eterno de gran número de turcos y ello ha hecho que, lo que con toda seguridad empezó alrededor de la mezquita, se haya extendido como una mancha loma arriba. Miles y miles de estilizadas lápidas musulmanas siembran cada metro cuadrado convirtiendo la ladera en un inmenso jardín de blanca hierba. No hay más orden y concierto que asegurar que se mira hacia La Meca y el resto es buscarse la vida para conseguir arañar otro trozo a esta tierra donde poder depositar al difunto. Ramilletes de pétreas flores para coronar las tumbas de las mujeres (una por cada hijo) y turbantes o símbolos del oficio para las de los hombres. Recintos cercados para las familias pudientes y cualquier apartado rincón para los más pobres. Lápidas repletas de inscripciones para los que pueden pagarlas o casi lisas para los que no.\nPero algo iguala y hermana a todos en este lugar: la más incrible panorámica de la que pueda disfrutar un difunto, pues las hermosas orillas del Cuerno de Oro se extienden a sus pies. Mirar al más allá desde semejante lugar debe dificultar bastante el olvido de este mundo.\nY para rematar el largo pero delicioso paseo, el Pierre Loti Café con su interior con estufa para los fríos inviernos y su exterior con terraza en la que extasiarse ante la lejana visión de Estambul, la bella entre las bellas.\n\nQue tenga que convertirme al Islam para poder ser enterrada en la colina de Eyup no me parece tan alto precio, sinceramente.\n\n\n
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  • 2007-08-25 14:32:24
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  • Morir en Estambul
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