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 \nSale el sol sobre las cumbres que rodean Manakha. Me siento en el ancho alfeizar de la ventana de mi habitación y paseo la vista por la parte alta del pueblo, aún no calentada por los tempraneros rayos. El cielo ya es turquesa absoluto, una brisa fresca mueve la cortina y apenas algún omnipresente Toyota rompe el silencio alrededor del funduk. Unos minutos de sonrisa interior antes de comenzar el largo trekking que nos tiene reservado este día.Estas son las Tierras Altas de Yemen, un lugar para perderse...\n\nPara empezar ruta los coches nos acercan hasta Al-Hajjara, el primero de los pueblos-fortaleza que encontaremos por el camino. Una empinada cuesta te lleva a su única vía de acceso, pero no hay muralla si no las propias paredes de las casa exteriores que se elevan en lo alto del promontorio cerrando filas ante el enemigo potencial. En su interior callejuelas estrechas, retorcidas y de empedrado pro-esguince. En su exterior Mohammad y su pequeña hermana, a los que enseñé a jugar a la "mano pillada". Después nos dejan en el lugar donde nos recogerán al atardecer. Anter, nuestro guía yemení, nos saca del camino principal y durante todo el día nos llevará con paso tranquilo por un bellísimo recorrido de aldeas, huertas, riscos,campos de qat y horizontes de ensueño. Temía Javier, el guía español, que las habituales nubes que por sorpresa inundan estas montañas estropeasen la caminata pero yo le había asegurado que eso no sucedería. Certezas indemostrables que de vez en cuando tiene una.... Sol que calienta pero no agobia, viento que refresca la mente y el cuerpo, senderos que suavemente te llevan a pueblos de localización imposible encaramados en riscos entre las nubes. Poca gente en el camino y, si te alejas del grupo y dejas de oir las voces de tus compañeros, hasta parece que en ese preciso momento Dios haya puesto toda aquella belleza en este mundo solo para tí.\n\nY tras el almuerzo de bodadillos de sardinas en delicioso pan yemení, unos disparos se empiezan a oir en la lejanía...¡una boda!. Encaminamos nuestros pasos hacia allí. En lo alto de una colina todos los hombres y los niños de la zona se han reunido alrededor del novio, las mujeres lo celebran en el interior de una casa cercana. Cuatro músicos interpretan ritmos festivos y sencillos que se bailan formando un círculo, con la jambia en alto y el eterno fusil al hombro. Sonrisas, gestos de bienvenida, te rodean sin agobiarte y te invitan a que comas, a que les acompañes en el baile, a que tomes un té. Eres mujer, pero eres extranjera, y es un honor para ellos que compartas su alegría. Todos quieren que te lleves su imagen en tu cámara, si algo llama tu atención rapidamente se dan cuenta y facilian que puedas retratarlo, recibes múltiples invitaciones a tomar qat, los músicos, en su descanso, vienen a tocar para mí e inicio un remedo de baile ... es imposible dejar de sonreir. \n\n\nPero apenas podemos quedarnos, queda mucho camino aún y hay que despedirse pero no se habrán acabado por ello las gratas sorpresas; veinte minutos de caminata después nos alcanzará un anciano cargado con un termo y varios vasos... ¡hemos estado en la boda y, entre unas cosas y otras, nos hemos ido sin tomar ni un té! ¡eso es inadmisible!. ¿Quien se acuerda de las prisas ante semejante gesto?, nos detenemos, tomamos el té y entablamos conversación pero no hay lugar donde sentarse con comodidad y nos terminamos acercando hasta la casa de otro anciano que nos ofrece su salón para descansar sentados a la fresca sombra.Manda preparar más té, nos ofrece algo de pan y todo su ser muestra el orgullo y la dignidad de estas gentes de las Tierras Altas.\n\n\nQue aquel intermedio supusiese tener que acelerar el regreso subiéndonos en la pic-up pringosa de gasoil de un conductor con tendencias suicidas no fué más que el contrapunto adrenalínico de un maravilloso día de trekking.\n\n\n\n\n\n
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