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  • Llevábamos dos meses cenando y tomando copas alrededor de un mismo eje: los carnavales de Santa Cruz de Tenerife. Cada noche, a la salida del trabajo, nos juntábamos en un restaurante cercano en reuniones que se prolongaban mucho más allá de lo que aconseja el cumplimiento a la mañana siguiente de un horario laboral con todas las neuronas en adecuada disposición. Y cada noche, una vez pasaron las fiestas navideñas, acababa saliendo el tema.\n\nHistorias de disfraces, historias de ligues, historias de extravíos, historias de tremendas melopeas, de amaneceres y de bailes que se prolongan hasta el mediodía siguiente. Historias de personajes famosos y perfectos desconocidos, de lugares emblemáticos y de mejor olvidados, de quien acabó en el altar y de quien no recordaba ni el nombre... eran tantas, tan dispares, tan divertidas, tan diferentes a las historias de cualquier fiesta conocida hasta entonces que, simplemente, no me las creía.\n\nPero llegado aquel primer Sábado de Carnaval ni el salir cansada tras otra dura jornada, ni el que mediaran noventa minutos de trayecto hasta llegar a la capital, ni que al día siguiente tuviese que volver a fichar, me hizo renunciar a comprobar "in situ" la veracidad de lo que nos habían contado. \n\n...........................................................................................................\n\nSiempre hace frío en Febrero, incluso en Canarias, sobre todo si llegas un poco tarde, tienes que dejar el coche lejos y has de recorrer la avenida marítima con un livianísimo vestido de mora. Aunque, todo sea dicho, helada sí pero divina de la muerte tambien. Que no me faltaba detalle... el traje inmaculado con bordados de oro, la diadema con brillos de falsos diamantes, las sandalias tambien blancas que con tanto esfuerzo había adornado con cinta dorada, el velo que cubría mi melena y mi rostro, las joyas que adornaban mis tobillos y mis muñecas. ¡Vamos, un primor!.\n\n\n\nY así llegué, hecha un pincel, a la Plaza de España. ¡Qué espectáculo!... El escenario inmenso y maravilloso con las orquestas compitiendo por meter más y más ritmo en el cuerpo de los miles de personas que allí se concentraban, los kioskos de las facultades formando una larga hilera de chiringuitos animando a la clientela para que les sufragase el viaje de fin de curso a base de ron y whisky, el Mesón Los Jamones ocupando la mejor esquina para el avituallamiento. Los grupos de jóvenes, los grupos de padres con niños pequeños, los grupos de gente mayor, los grupos de güiris entusiasmados. Y cuando echabas la vista hacia arriba la Plaza de La Candelaria y la calle Castillo ocupadas por la marea de colores, brillos y formas que se crea cuando el bicho raro es aquel que no lleva un disfraz y no queda ni una loseta de pavimento sin ocupar por una mascarita.\n\n..............................................................................................................\n\n\n\n¿Destino? el callejón del Corinto ¿Combustible? JB con Coca-Cola ¿Frío? ninguno\n\n¿Tiempo invertido para recorrer unos 100 metros? 30 minutos\n\n¿Estado del disfraz a la llegada? pasable a falta de un pendiente y el velo. \n\nPero a estas alturas ya me había dado cuenta de que aquí no se viene a lucir palmito, que aquí la gente viene a bailar, a vacilar, a reirse de todos, con todos y, sobre todo, de uno mismo así que tomé al asalto el callejón y me sumergí hasta el fondo en la diversión más increible que nunca había conocido.\n\nAhora, el punto realmente culminante, ese momento que definió de una forma absoluta lo que era el Carnaval fue cuando ante mis ojos apareció la plana mayor de mi hospital, el selecto grupo de respetables médicos que pasaban sala cada mañana con gesto serio, vestidos todos ellos ¡¡¡¡¡¡de flamencas!!!!!!. Con sus bigotes, sus barbas, sus puros... y sus batas de cola, sus peinetas, sus zarcillos y sus abanicos. No les faltaba detalle.\n\nNo sé, quizás si has nacido en otras latitudes la cosa cambia pero cuando se viene de la "fachada" cantábrica impresiones de este tipo pueden llegar a producir daños irreversibles en el cerebro. A mí me los produjo, se me quitaron de golpe siglos de bobería santanderina y me hice devota seguidora de la más grande de las fiestas.\n\nMe puse a bailar ritmos latinos como si lo hubiera hecho desde el día en que nací, reí hasta que me dolieron las mandíbulas, vacilé hasta con mi sombra y disfruté como no recordaba haberlo hecho en toda mi vida. Normal que cuando un ratito después levanté la vista no pudiera creerme que ya había amanecido pues nunca cinco horas se me pasaron más rapidamente.\n\n............................................................................................................\n\n\n\nEl perfecto colofón lo puso una cerveza y un delicioso bocadillo de pollo de La Imperial antes de enfilar para casa y terminar pasando la mañana en la playa.\n\nDespues, claro, de depositar en la basura el irrecuperable, y ex-precioso, vestido blanco.\n\n\n\n\n\n\n\n
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  • 2008-02-04 05:12:26
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  • Pues era verdad eso del Carnaval...
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