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  • \n\nFalta de tiempo y presupuesto obligan: la siguiente parte del viaje se la encomendamos a una agencia de Ourzazate para, en tres días, echarle un vistazo a la Ruta de las Mil Kashbas, las gargantas de los ríos Dodra y Dades y a ese cachito de desierto sahariano que es el Erg Chebbi. Compensamos el tener que soportar con estoicismo los continuos retrasos del grupo de italianos con el placer de compartir furgoneta, mesa y conversaciones con Asia y Kasia, dos chicas polacas también mochileras. Son muchos kms a recorrer pero el periplo permite hacerte una idea de lo que esta parte del país ofrece y te deja con las ganas de regresar con vehículo propio y días suficientes.\n\n...........................................................................................................\n\n\n\nLa kashba de Skoura se yergue junto a un río y muestra, con una restauración más que respetuosa con el pasado, el lugar de refugio de los habitantes del pueblo en los momentos de peligro. Son la visión árabe de los castillos medievales europeos.\n\n\n\nEl Valle de las Rosas, llamado así por su fragante monocultivo, nos depara un oloroso y bello paseo entre los terrenos... con los pies hundidos en el barro y las piernas atacadas por furiosas hormigas mordedoras.\n\n\n\nEl Dodra nos muestra el ancho desfiladero que, milenio a milenio, ha trazado en la rojiza piedra, y el Dades nos depara una caminata entre paredes verticales que algunos extranjeros hacen suyas por medio de la escalada libre. El hotel que se cobija en su interior debe recibir, como mucho, dos horas de sol al día.\n\n\n\nEn Merzouga comienza ese llano pedregoso que nos llevará hasta el Erg Chebbi, un trozo separado del Gran Erg argelino vete a saber cuando, y al que llaman "el desierto Coca-Cola" por las facilidades que ahora encuentra el turista para visitarlo. Allí aguardan nuestra llegada dromedarios y guías para llevarnos hasta el campamento en donde haremos noche,dos horas de lento bamboleo sobre una incómoda silla mientras los animales trazan en la finísima arena una senda de pisadas. Avanzar en fila no ayuda a la conversación así que conecto mi MP3, busco la tranquila música de Omar Faruk Tekbilek y me sumerjo en la belleza de las incontables y suaves curvas que el viento ha trazado y en el lento cambio de color de este cielo sin nubes mientras el atardecer avanza.\n\nCon la llegada a las jaimas todo el mundo sale corriendo hacia la cima de la gran duna que las protege para intentar ver la puesta de sol desde allí; a mí la falta de fuelle me hace quedarme a mitad del recorrido pero a cambio el desierto me regala su silencio. Un manto de dorada soledad se extiende ante mis pies, hasta donde abarca la mirada se suceden ante mí pequeñas dunas inmaculadas, las estrellas comienzan a poblar el cielo impoluto y un ligero viento pone banda sonora al momento. Al amanecer de nuevo todo el mundo saldrá corriendo, con la legaña aún puesta, a dejarse piernas y pulmones en la costosa ascensión y yo optaré again por disfrutar a media altura del despertar en este trocito de mundo rodeada por las miles de líneas que en la arena han dibujado las patitas de todos los bichos que habitan esta nada.\n\n\n\n..........................................................................................................\n\n\n\nPero el punto de emoción, necesario para completar cualquier viaje que haga servidora, fue el pequeño trekking por los alrededores del hotel en la garganta del Dodra.\n\nAl otro lado del pequeño río, tras atravesar carrizos y sortear matorrales, nos adentramos en una zona donde las rocas parecen que hubieran surgido de la Tierra en forma de masa gelatinosa, que una vez plegada y replegada se hubiera unido a otras rocas caídas del cielo, para luego solidificarse formando un laberinto de volúmenes que recorremos siguiendo los pasos de un joven guía que pasa de nosotros olímpicamente. Lo que parecía iba a ser un fácil recorrido por una geología impresionante gana en dificultad a cada paso que damos y nos obliga a hundirnos en el agua a veces solo los pies, a veces hasta media pierna, y a salvar desniveles o estrechamientos tales que hay que formar cadenas de ayuda para lograr avanzar.\n\nNuestras amigas polacas están agotadas y el remate les llega cuando, para atravesar el punto de mayor dificultad lo hago apoyando una mano y un pie en cada pared enfrentada, como alguna vez he visto hacer en películas y documentales, y deciden seguir mi ejemplo. Hacerlo les lleva al límite de su resistencia y nervios y el acudir en su ayuda le regalará luego a mi ego el título de Superwoman, algo de lo que rápidamente me recupero dándole a mi vanidad una colleja moral de aviso, que a esa siempre es mejor atarla en corto.\n\nAunque, que ahora que lo pienso, si estoy aquí contando esta batallita es porque realmente no tiré a la basura aquella medalla ¿no?.\n\n\n\n
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  • 2008-09-21 12:16:35
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  • Dos mochilas por Marruecos -8-
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