Erase una vez un Amigo Rico muy rico, muy rico. Tenía un diamante muy bonito. Era además el más grande del mundo. Tenía un valor incalculable. \n\n Un día le fue a ver un amigo menos rico y le preguntó que era lo que tenía con más valor y el Amigo Rico le dijo que su diamante de color rosa. Cuando el amigo menos rico lo vio le dijo: \n\n
- Que diamante más bonito, que grande. \n\n\n\nPensó que él con ese diamante sería muy rico y le preguntó al Amigo Rico:
- ¿Podrías darme este diamante tan grande? \n\n\n\nEl amigo fue a coger el diamante y se lo dio.
El amigo menos rico se quedó boquiabierto, no se lo podía creer, pero lo cogió y se fue con el diamante en sus manos. \n\n\n\n
Días más tarde, el amigo menos rico fue a ver al Amigo Rico con el diamante en sus manos y le dijo: \n\n\n\n
- No quiero el diamante. Me gustaría que me dieses otra cosa. Me gustaría que me dieses lo que te hizo regalarme el diamante. \n\n\n\n
Como podéis imaginar, el Amigo Rico no lo era por el diamante ni por otras riquezas materiales, sino porque era capaz de regalar lo más valioso que tenía. Tenemos que ser más altruistas en nuestras vidas y teniendo menos y sabiendo regalar lo que más queremos seríamos más ricos. \n\n\n\n
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