LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_LORENZO_2009_6_28_SICHUAN-SEGUNDA-PARTE-MONTANAS-TIBETANAS-

Desde Dunhuang intenté ir al Tibet, hacía Lhasa con el tren más alto del mundo, pero me fue imposible por la situación actual entre China y el Tibet, por lo carísimo y difícil de conseguir de los permisos que me hipotecaban más de diez días de viaje. Pensé que lo intentaría en Sangri-la pero la situación política empeoró. De Emei Shan me dirigí a Moxi, un pequeño pueblecito junto a Luding, desde el cual en una excursión puede admirarse el Glacial Hailuogou (el glacial más bajo de Asia) y sobre él el Gongga Shan una montaña de 7.556 metros. El día estaba nublado pero tras unos rezos a algún dios las nubes se abrieron y por unos momentos pude disfrutar del Glacial y los picos de nieve perpetua del Gongga Shan. Un lugar precioso donde el tiempo no pasaba al observar una de las maravillas de la Tierra.\n

De Moxi pasé por Luding y por unos momentos pude ver el puente colgante de más de 100 metros de longitud, famoso por ser clave en la Larga Marcha y me dirigí a Kanding (que significa dardo). Allí ya percibí que la zona era tibetana a pesar de no encontrarme en la Provincia del Tibet. Su gran influencia tibetana se debe a que esta ciudad era y es el centro de comercio entre chinos y tibetanos. \n\n

Como la situación política entre China y Tibet era tensa, no me vendían billetes de autobús y me decían que retrocediera a Chengdú. Yo insistí y a través de un transporte paralelo (las miniban) pude llegar a Kanding. Realmente esta zona del oeste del Sichuan es claramente Tibetana. Las montañas llenas de banderas (oraciones) budistas de todos los colores, símbolos dibujados en las piedras y letras tibetanas en las colinas. En la ciudad de Kanding muchos monjes por las calles con sus hábitos color granate y una especie de gorra con visera naranja. La gente muy amable te saludaba por la calle y esto también era una diferencia, eran más abiertos hacia el extranjero. El color de la piel era rojizo por la altura geográfica. Kanding está a más de 2600 metros de altitud.\n\n

De Kanding me dirigí a Litang pero otra vez lo mismo, no me vendían billete de bus, querían que retrocediera a Chengdú. La verdad era que la situación tensa con el Tibet era palpable, pues por el camino a Kanding vi pasar más de cincuenta camiones militares. Insistí diciendo que no quería ir al Tibet sino bajar hacia Sangri-la. No me vendieron el billete. Como una pareja canadienses quería ir también a Litang acordamos coger una miniban y pagarla entre todos (transporte alternativo al bus y un poco más caro), aunque todo ello tras dos horas de negociación, pues nos decían que la policía nos podría hacer retroceder en cualquier momento. Nos arriesgamos y valió la pena, el paisaje de lo más precioso que he visto en China, pasamos por montañas de más de 4.700 metros, de verdísimas colinas que se perdían en el horizonte y nubes como esponjas que daban al paisaje una apariencia pictórica. \n\n

Llegamos a Litang, un pueblecito a 3.200 metros de altura. La guía decía que había que vigilar con el soroche o mal de altura pues si se padecían sus efectos no había manera de descender de forma rápida. Pero no tuve problemas. Solo que costaba más respirar y al caminar jadeabas más de la cuenta. Callejeé por Litang, preciosa, rodeada de altas montañas y extensas llanuras verdísimas con yaks paciendo a sus anchas y decidí al día siguiente ir hacia Daochen, cerca de la Reserva Nacional de Yadang. Otra vez lo mismo, no vendían billetes de bus y me hacían retroceder a Chengú. Con un amigo catalán que conocí por el camino, Jordi, que estaba dando la vuelta al mundo, nos embarcamos en una miniban para ir a Daochen y bajar hacia Sangri-la y no tener que retroceder. \n\n

El paisaje maravilloso, mejoraba y parecía imposible que pudiera mejorar de bonito, ríos con agua furiosa descendiendo por cauces llenos de enormes rocas y lagos rodeados de montañas verdísimas, otras montañas de roca viva, otras repletas de abetos y todo a altitudes que rondaban los 4.000 metros, la carretera serpenteaba por precipicios de vértigo y el conductor no iba despacio que digamos.\n\n

Atravesábamos pequeñas poblaciones con unas construcciones muy curiosas pues decoran de colores los marcos de las ventanas y la puerta y siempre con sus pagodas budistas. \n\n

Pero cuando llegábamos a Daochen, a unos pocos cientos de metros, un tractor se nos cruzó en nuestro camino y la miniban salió de la carretera. \n\n

El día siguiente lo pasamos Jordi y yo en el hospital, él con dolor en la espalda y yo con cuatro puntos en el labio y contusiones en la cabeza y la rodilla izquierda. El vehiculo y el conductor quedaron peor parados. Y otro pasajero no se hizo nada. No pude visitar el PN Yadang, con lagos enormes y altos picos nevados, pero esos dos días que pasé en Daochen conocí a gente maravillosa. En el hospital nunca me dejaron solo. En la habitación tuve a un monje budista que a mi lado hacía sonidos guturales mientras manejaba una especie de rosario. El hermano del conductor nos trajo comida, agua y de todo, mientras me limpiaba las manchas de sangre de mi ropa. Con gestos nos pedía disculpas y nos abrazaba. En el hospital vino una chica de un hostel llamado “Here Café” que sabía inglés e hizo de intérprete con las enfermeras y sin pedir nada a cambio. Gracias a ella me aclaré con el hospital y la policía. La policía amabilísima, ofreciéndonos te y carne de vaca seca mientras hacían el atestado. Luego nos hicieron firmar poniendo el dedo en tinta roja y dejando nuestras huellas dactilares en el papel. \n\n

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El hospital fue otra historia. Muy rudimentario. Como era domingo el doctor no se dignó a venir. Cuando me iban a poner los puntos en el labio me hicieron entrar en una lúgubre habitación con un banco y un flexo y un cubo con restos de otras curas anteriores. Podía pasar por la habitación de Freddy Krugger. Cuando vi el hilo (que parecía de pescar) y la aguja (que era como un anzuelo para peces gordos) casi me da algo, y para las contusiones en la cabeza, como no tenían hielo me fueron a comprar unos helados y los metieron en una bolsa, aún así agradecí todas las atenciones. Me cosieron y ya tengo una marca para acordarme de China para siempre. La primera muesca en el revolver viajero. Y a pesar de esto el recuerdo será muy bueno. Lo peor es que hasta que no me curen el labio no me puedo afeitar el bigote y me parezco a aznar….je je je.\n\n

Me quedé un día más para recuperarme de las contusiones. Daochen es un pueblo precioso, pequeño con ambiente familiar, con gente muy y muy cordial y abierta. Compramos con Jordi un regalo para la chica del hostel, que hizo de traductora con el hospital y la policía, y nos invitó a cenar en su “Here Café”. Otra vez será Yadang. El accidente fue un susto pero puedo contarlo y siempre he preferido tenerlos viajando que de casa al trabajo. Así que seguiré viajando hasta que el destino elija mi lugar.\nDe allí hacia Sangri-la donde puse tres cirios de incienso en su magnífico monasterio budista, uno por estar vivo y tener un ángel de la guarda, otro dando gracias por todo lo maravilloso que he visto y otro… \n\nSi por cualquier momento hubiera tenido algún temor en volver a subir en un autobús, el trayecto de Daochen a Sangri-la fue una terapia de choque. Una carretera estrecha de tierra y barro, sin quitamiedos y por altitudes de 3.000 y 4.000 metros y de 10 horas de duración. Pero sin temor y con ganas de continuar mi viaje, disfruté del paisaje, pues era de lo más bonito que había visto en China hasta ahora. \n\nLlegué a Sangri-la por la tarde y como estaba cansado no la visité hasta el día siguiente. Pero dejo esta parte del trayecto, Sangri-la, la Garganta del Tigre y Lijiang para otro post, pues esto ya no es el Sichuan sino el Yunan. Hasta pronto. \n\n\n\n\n