Le pregunto al frutero si los melocotones que ofrece son de la tierra o de otro sitio. Me dice que son de Teruel, y que son mucho mejores que los de aquí. Yo ya lo sabía, pero a veces prefiero los de aquí porque no han padecido el trasiego de los viajes y las cámaras frigoríficas, y ya sólo por eso llevan ventaja sobre los melocotones de otros sitios. \n\n
No es frecuente que alguien sea capaz de admitir que lo de su tierra no es tan bueno como lo de otro sitio. Es un hecho digno de ser resaltado, porque en nuestro país es demasiado frecuente oír el sonsonete de que lo mejor es siempre lo de la tierra de uno. \n\n
¿Por qué tenemos esta tendencia a enorgullecernos de lo propio, dudando de lo ajeno, hasta el punto de dar la espalda a verdades modestas pero firmes, como ésta de que los melocotones de Teruel son mejores que los de Ciutat? Las costumbres, son un freno terrible al conocimiento, y la primera misión de una persona libre que sea consciente de serlo es ponerlas en tela de juicio. Pero no es fácil, y son muchos los que no lo logran a lo largo de su vida.\n\n
Recuerdo una excursión cuando yo era pequeño. Fuimos a Deià, con otros chicos del pueblo. Fuimos invitados a ir a la casa de alguien que tenía un jardín muy hermoso, y en él había un melocotonero magnífico, de cuyas ramas colgaban unos melocotones que –en mi recuerdo- eran maravillosos: grandes, amarillos y apetecibles. Uno de nosotros, unos años mayor que yo, dijo que él se pasaría la vida comiendo melocotones como aquellos. \n\n
Hace unos años, un payés con quien mantenía una agradable conversación, me dijo que en aquel sitio en el que estábamos, que a mí me pareció un pedregal, habían crecido en el pasado unos árboles frutales excelentes, entre ellos algunos melocotoneros.\n\n
Me pregunto si la querencia por lo de la tierra de cada uno se asienta en estos recuerdos de la infancia, de cuya verosimilitud no podemos estar seguros en absoluto. ¿No serán una pura invención de mi memoria aquellos melocotones de Deià? ¿No serán igualmente una invención piadosa los árboles frutales de aquel payés del pedregal? ¿Modifican los recuerdos nuestro pasado, endulzándolo y enriqueciéndolo, para atarnos sentimentalmente a eso que se llama, un poco ingenuamente, nuestra tierra?\n\n
¡Y qué fantástico resulta dejarse llevar por lo que vamos aprendiendo! ¡Qué puerros a la vinagreta más estupendos he comido hoy! Y os aseguro que yo, de pequeño, no los conocía, y los he descubierto mucho después, como los melocotones de Teruel.\n\n
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