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  • A los 10 años, en el examen de Lengua Española, escribí azabache con hache, y me suspendieron. Entonces no había recuperación posible, porque para los alumnos libres había un solo examen a final de curso, y el profesor del instituto no nos conocía de nada. \n\n

    Y ahora, al leer la palabra azabache tengo la sensación de revivir los sonidos de una palabra maravillosa, de unos sonidos de canción melancólica, con una letra atrevida que nos hablara de aventuras, con el acompañamiento del saxofón, por ejemplo, de Coleman Hawkins. Ojos de azabache, mirada de azabache: la mirada de la imaginación.\n\n

    Las palabras suenan, como un instrumento musical, y al llegar el otoño me gusta repetir con el pensamiento las palabras azufaifo, membrillo, mermelada. ¿Quién no ve la claridad del mundo detrás de las palabras, quién no es capaz de ver que cada palabra es un pequeño recipiente que suena con un timbre característico? ¿Quién no ve el otoño detrás del azufaifo, o al morder su fruto pequeño, que tiene el mismo color de las hojas caídas de los árboles?\n\n

    A Franz Kafka le gustaba escribir le nombre de la señora Tschissik, que tiene una fonética casi imposible. Sin embargo, mirando detenidamente cada una de las letras comprobamos que nos vamos acercando a algo escondido, al misterio de su belleza, y podemos llegar a suponer que quizás a Kafka le gustaba porque la señora Tschissik era actriz, y a él le gustaba el teatro.\n\n

    Pío Baroja también tiene un gran afecto por las palabras, por mucho que algunos le tilden de desaliñado debido al uso tan peculiar que hacía de ellas. ¿Cómo no iba a tener afecto por ellas, si las empleó con tanto empeño, y sus héroes se llamaban, por ejemplo, Silvestre Paradox? No me resulta nada difícil compartir una merienda de azufaifas con Pío Baroja, sentado a la mesa camilla, o con el mismísimo Silvestre Paradox, durante alguna de sus correrías.\n\n

    Cómo no sentir una extraña sensación de desvalimiento al pronunciar estas palabras tan hermosas: azabache, azufaifo, señora Tschissik, membrillo, mermelada, si en este empiece del otoño la única que todos pronunciamos es crisis, que tiene una ese final que se parece a la cola inútil de los rancios vestidos de novia. Por no citar la otra, la impronunciable, el gran dios de la única religión que queda: Dinero.\n\n

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  • 2008-10-07 07:16:49
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  • El azufaifo de Silvestre Paradox
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