PropertyValue
opmo:account
is sioc:container_of of
sioc:content
  • Fue el día en que se estropeó definitivamente. Ahora se van a cumplir diez años de aquello. Irene me había llamado para que fuera a recogerla a casa de su amiga Bárbara, que vive en las afueras. De vuelta, ya en la ciudad, vi el destello de la alarma del alternador justo debajo del volante y pensé que se iba a parar en cualquier momento. Y así fue, justo en el siguiente semáforo. Provocamos un pequeño problema a los otros coches que circulaban por aquella calle, pero no podíamos evitarlo, y no había nada que hacer, salvo esperar la grúa. \n\n

    La grúa dejó el coche en la calle de la parte de atrás del edificio en que vivimos, y durante la cena hablamos por supuesto de todo ello, y yo les dije –y oculté mi pesar- que había llegado el momento de cambiar de coche, y que no valía la pena gastar más en reparaciones, y que ya veríamos qué coche comprábamos. \n\n

    Irene, que todavía era muy pequeña, se lo pasaba bien con sus amigas en la parte de atrás del coche en ruinas, pero Silvia estaba avergonzada de compartir aquellos asientos con sus compañeras del colegio. La funda protectora del techo se estaba cayendo, y yo la sujetaba con pinzas de cualquier manera cada vez que se producía un nuevo desperfecto, y los desperfectos se sucedían un día sí y otro también, así que aquello no se parecía en nada a un coche, sino a una leyenda. \n\n

    A mí, sin embargo, me gustaba, a pesar del olor de las vomiteras de las chicas cuando eran bebés, y que nunca conseguimos eliminar del todo. El año anterior, después de mucho tiempo de no mirar debajo de los asientos, vi que allí se habían depositado restos de bocadillos, lápices, bolígrafos con su tinta desparramada, caramelos fosilizados, gomas de borrar partidas en cien pedazos, nubes de colores de docenas de cumpleaños, y también, oh Dios, unos bichos pequeños que habían sido, en realidad, los causantes de mi inspección, alertado por la siempre atenta Irene, que se fija en todo. No le dije nada a Susana de todo aquel desastre, desde luego, y lo eliminé como pude, aunque para los bichos tuve que recurrir a todo tipo de pulverizadores, que aumentaron aún más la confusión de olores. Era un coche con huellas de todo tipo, y ahí estaban, impresas como si fuera el libro de nuestra vida.\n\n

    Irene dijo, después de cenar: qué mala suerte, pobre coche.\n\n

    Y yo pensé lo mismo. Qué mala suerte. Sin duda, a pesar de todo, queríamos de veras a aquel maldito y bondadoso coche.\n\n

    Al día siguiente, cuando me levanté, salí al tendedero, y ahí estaba, en la calle, como si lo hubiera abandonado, azuzando a mi conciencia. Todos lo miramos, y sé que todos pensábamos lo mismo, y la mirada se concentraba en aquella rendija entre los dos edificios vecinos a través de la cual se veía el coche, aún limpio por fuera, aún fervientemente nuestro, como si fuera uno de nosotros. Sentí una congoja extraña, y un verdadero sentimiento de culpa por haber decidido no llevarlo al taller de reparación. Si le cambiara el alternador, pensé, quizás podría durar un año más, quién sabe, el verano anterior nos llevó a Asturias…No, no, la decisión era la correcta, sin duda, así que hice las gestiones pertinentes y llamé a la grúa de nuevo y lo dejamos definitivamente en el desguace.\n\n

    Meses después, una tarde, cuando caminaba por la ciudad, se me ocurrió mirar por encima de la verja del desguace, y ahí estaba, el viejo Renault 9, aún increíblemente limpio por fuera, aún tibio de haber convivido con nosotros a lo largo de quince años, como si me estuviera llamando pidiéndome socorro.\n\n

    \n\n

sioc:created_at
  • 2008-11-21 07:59:18
is sioc:creator_of of
is opmo:effect of
sioc:has_container
sioc:has_creator
opmo:pname
  • http://lacomunidad.elpais.com/los-limites-de-la-tierra/2008/11/21/nuestro-coche-viejo (xsd:anyURI)
sioc:title
  • Nuestro coche viejo
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all