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  • Estamos en casa. Mientras leo con atención un libro que me gusta mucho, mi hija estudia matemáticas para el examen de la primera evaluación. De vez en cuando me pregunta algo, y yo le contesto, y al hacerlo siento la belleza de ser útil a una persona joven, a quien la vida le espera como si el futuro fuera un horizonte lejano e imprevisible.\n\n

    Lejano e imprevisible, me digo, y repito las dos palabras, que parecen encerrar la esencia de lo desconocido: nada sabemos de lo que va a ocurrir, y la vida de cada persona es una pregunta que se abre con una interrogación con forma de aventura, y que no se cierra nunca.\n\n

    Lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, lo que pensamos sobre el mundo y sobre nosotros mismos, lo que aprendemos para poder abrirnos camino por la vida: todo ello se combina en nuestro entendimiento, y en él se elaboran los ingredientes que nos permiten avanzar, a tientas muchas veces, sin saber lo que nos encontraremos en el siguiente recodo del camino, sin poder entrever lo que viene después.\n\n

    Un atardecer de otoño es el escenario adecuado para reflexionar cuando vemos que las hojas caídas de los árboles empiezan a decirnos algo sobre nosotros mismos. Caen las hojas de los árboles, y de su putrefacción se alimentará la tierra, de la cual nacerán otros árboles y otras hojas: así también se transmite el conocimiento de padres a hijos, de unas personas a otras. Sentado cómodamente en mi casa en este atardecer, leo lo que escribió James Agee hace medio siglo, y seguramente influye, aunque yo no sea consciente, en mi manera de mirar a mi hija que resuelve problemas de trigonometría en su cuaderno de hojas grandes.\n\n

    Todo lo que vemos pasa a formar parte de nosotros. No es el tiempo lo que nos modela, sino los demás –personas, animales y cosas-. La ciudad en la que vivimos; las personas que queremos; los hijos que sienten nuestra presencia a su lado como si fuésemos su faro; el gato o el perro, que nos miran como si supieran algo verdadero de nosotros mismos, que cada uno de nosotros sin embargo desconoce; el amigo que después de tantos años todavía disfruta de una larga conversación sobre los viejos asuntos que nunca resolveremos: todo esto es lo que nos va haciendo mayores, y a todo esto le llamamos tiempo, y es lo que vemos ahora cuando caen las hojas de los árboles. \n\n

    Ah, me he puesto nostálgico, maldita sea. \n\n

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  • 2008-11-25 09:12:51
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  • Atardecer de otoño
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