LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_LOS-LIMITES-DE-LA-TIERRA_2008_11_26_UN-BOLIGRAFO-MOLDE-CAMARA-FOTOGRAFICA

¿Por qué estamos tan a gusto con ciertas cosas que nos acompañan? ¿Por qué queremos más a unas cosas que a otras? Saco de mi bolso un bolígrafo que me regaló mi hija al regresar de viaje con sus compañeros de colegio, y si no lo encuentro y he de recurrir a un lápiz parece que la anotación no tiene el mismo sentido, ni el mismo color, ni la misma capacidad de comunicación, que si la hubiera escrito con el bolígrafo, por muy viejo que ya esté: de hecho ha perdido el barniz, está bastante descascarillado, y a consecuencia de esto se pega un poco a los dedos, y si se lo dejo a alguien sé que no se siente a gusto al utilizarlo.\n\n

Mi madre utiliza el mismo molde para sus estupendas cocas de verdura desde hace muchos años. Pero lo curioso es que lo heredó de mi abuela, y al parecer ya lo utilizaba mi bisabuela. Tiene el color de las viñas en otoño, y no es uniforme, sino que toma diferentes tonalidades según que lo mires más o menos cerca de los bordes, y es tan difícil intentar describirlo que es mejor olvidarse de su existencia, que parece casi irreal, como si las cocas de verdura surgieran de un molde mental. Hace algún tiempo le sugerí a mi madre que lo cambiara por uno nuevo, pero enseguida me di cuenta del disparate que acababa de decir. Ella entendió que yo le había propuesto una barbaridad, algo en lo que jamás había pensado. ¡Cambiar el molde que desde hace cien años sirve para hacer las cocas de verdura! Desprenderse de su molde sería una barbaridad, un despropósito. No dijo nada más, y me dio la espalda como si yo fuera un imbécil que no supiera nada de nada de la vida, y por supuesto un desconsiderado con la historia familiar. Aquel día entendí por qué ciertos trabajos sólo se pueden realizar con ciertos instrumentos, y no con otros, y que el artesano es el que sabe esto con toda certeza, y por esto precisamente es por lo que son tan hermosas ciertas piezas artesanales.\n\n

Miro mi vieja cámara fotográfica, que me ha acompañado a tantos sitios, y que es un compañero de viaje mucho más seguro que cualquier cámara digital. Cuando la toco sé que es algo más que una cámara. Es una continuación de mi ojo, y nunca me ha fallado. Las cámaras digitales, en cambio, se estropean con frecuencia, y no duran. \n\n

Sólo lo que dura permanece en nuestro corazón, si se le sabe dar un uso que nos ayude a hacer algo, por muy simple que sea: el bolígrafo con el que escribimos unas líneas, el molde para hornear la coca de verduras, o la cámara fotográfica que nunca nos falla.\n\n

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