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sioc:content	Antes de salir a la calle leo un poema de Claudio Rodríguez, mi religiosidad laica que me viene de lejos, cuando experimenté por primera vez –pero no recuerdo la fecha, ni el momento- la sorpresa ante las cosas más sencillas.\n\n En la poesía de Claudio Rodríguez el sonido de las palabras nos aleja de lo evidente para hundirse en un significado que va mucho más allá de las apariencias, como una música a la que le asignamos imágenes cuando la estamos escuchando.\n\n El de hoy se titula Alto jornal. \n\n Y el adjetivo es más que un adjetivo. Es una declaración de intenciones para que sea digno, y la importancia de que sea alto ha de ser entendida como un objetivo, y a la vez como un regalo para aquel que aspire a vivir.\n\n El alto jornal es para aquel que nota el amor a la tierra, y como compensación recibe el amor de la tierra como si fuera un regalo. La conciencia es conciencia de saberse persona en el mundo, de salir muy temprano y de sentirse a gusto con cualquier detalle que le sale a uno al paso, como si dispusiéramos de un caudal de posibilidades que nos ofrece la vida.\n\n Todo a nuestra disposición si queremos de verdad abrir los sentidos.\n\n ¿Y los problemas? ¿Se puede ser tan inconsciente de salir a la calle dispuesto a ver sólo lo bueno de la vida?\n\n No, no es eso. \n\n No podemos caer en la simplificación de que el mundo está bien hecho, porque entonces nos volcamos en una religiosidad banal y ridícula.\n\n No, no es eso. \n\n Se trata más bien de una preparación para que lo bueno que se nos ofrece a la mirada nos sirva para poder enfrentarnos a lo otro: no puede haber ceguera ante la evidencia de la necesidad.\n\n No es suficiente la claridad que es un regalo sin merecimiento, aunque nos sirve a veces y nos ayuda a sentirnos a gusto. La claridad debe de estar en la mirada que se nutre de lo que nos rodea, aunque la otra, la que llega del cielo, contribuye a iluminar la más cercana, la que nos convierte en seres humanos rodeados de seres humanos, no en seres humanos frente a la inmensidad.\n\n \n\n \n\n \n\n \n\n \n\n \n\n
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Antes de salir a la calle leo un poema de Claudio Rodríguez, mi religiosidad laica que me viene de lejos, cuando experimenté por primera vez –pero no recuerdo la fecha, ni el momento- la sorpresa ante las cosas más sencillas.\n\n
En la poesía de Claudio Rodríguez el sonido de las palabras nos aleja de lo evidente para hundirse en un significado que va mucho más allá de las apariencias, como una música a la que le asignamos imágenes cuando la estamos escuchando.\n\n
El de hoy se titula Alto jornal. \n\n
Y el adjetivo es más que un adjetivo. Es una declaración de intenciones para que sea digno, y la importancia de que sea alto ha de ser entendida como un objetivo, y a la vez como un regalo para aquel que aspire a vivir.\n\n
El alto jornal es para aquel que nota el amor a la tierra, y como compensación recibe el amor de la tierra como si fuera un regalo. La conciencia es conciencia de saberse persona en el mundo, de salir muy temprano y de sentirse a gusto con cualquier detalle que le sale a uno al paso, como si dispusiéramos de un caudal de posibilidades que nos ofrece la vida.\n\n
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¿Y los problemas? ¿Se puede ser tan inconsciente de salir a la calle dispuesto a ver sólo lo bueno de la vida?\n\n
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No podemos caer en la simplificación de que el mundo está bien hecho, porque entonces nos volcamos en una religiosidad banal y ridícula.\n\n
No, no es eso. \n\n
Se trata más bien de una preparación para que lo bueno que se nos ofrece a la mirada nos sirva para poder enfrentarnos a lo otro: no puede haber ceguera ante la evidencia de la necesidad.\n\n
No es suficiente la claridad que es un regalo sin merecimiento, aunque nos sirve a veces y nos ayuda a sentirnos a gusto. La claridad debe de estar en la mirada que se nutre de lo que nos rodea, aunque la otra, la que llega del cielo, contribuye a iluminar la más cercana, la que nos convierte en seres humanos rodeados de seres humanos, no en seres humanos frente a la inmensidad.\n\n
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