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  • Regreso a casa y veo un hombre en bicicleta apoyado en un semáforo, esperando a que se ponga verde, pero lleva unas gafas oscuras y viste de forma muy distinta a como lo recuerdo,así que a medida que me acerco he de esforzarme para reconocerlo. Pero es él, cuanto más me acerco más seguro estoy, y él está de lado y no me ve, así que la decisión es mía, pero no me equivoco, y al quitarse las gafas sus ojos demuestran alegría, como si el azar estuviera dispuesto y lo supiéramos intuitivamente. \nHace tiempo que no nos encontrábamos, aunque a veces nos vemos -uno en coche y el otro a pie, quizás también desde el coche- y nos saludamos, un momento muy corto en que no hay nada que decir, por la brevedad obligada por el trabajo que espera, o por otras obligaciones.\nHoy tenemos más tiempo, es sábado, no hay nada importante que nos espere, ni en casa ni en la calle ni en otro lugar. Es media tarde y estamos vagabundeando, yo con mi cámara fotográfica y él con su bicicleta. \n-Te veo bien, parece que no cambias, me dice.\nPero no es cierto, y es un halago excesivo, inmerecido a todas luces, viniendo además del compañero más atractivo del instituto, el alumno elegante que vivía en una de las calles mejores de la ciudad. Yo era de pueblo -lo soy, sin duda, todavía, aunque los años han diluido mi origen en otros detalles no sé si más o menos esenciales que aquel-. \nTú estás más delgado, le digo -y sé que Anna me aprobaría, y pienso en ella al decirlo, porque siempre me dice que nunca diga a nadie que ha engordado desde la última vez que lo vi, y mucho menos a una mujer: a una mujer nunca, que ni se me ocurra decirle nunca a una mujer que ha engordado.\nLa conversación se alarga, él sobre la bicicleta, en una posición bastante cómoda, y yo de pie, con el mar a contraluz, el sol a punto de ponerse detrás de las montañas. \nY qué tal todo, la pregunta resplandece y va de uno a otro y cada frase es un reencuentro con aquellos que fuimos, aunque ya han pasado muchos años y no sabemos casi nada el uno del otro: sí los detalles básicos de nuestra biografía. No cabe duda de que nos alegramos de vernos, y él me repite que entre un día cualquiera en su oficina y hablaremos de lo que hago -mis fotos, dice, a ver si me enseñas alguna-.\nTambién los hijos, el tiempo, los cincuenta años, el tumor que le han descubierto a su mejor amigo -estoy triste, muy triste, y en los momentos de sosiego no me lo quito de la cabeza, la vida pasa y el tiempo no perdona, me dice, y no sé qué decirle, y sufro -.\nLo veo alejarse en su bicicleta. Me gusta cómo viste: sus elegantes pantalones,su jersey a juego, la manera de pedalear. Era el compañero más elegante del instituto, y lo seguiría siendo ahora mismo, si las clases continuaran. \n\n
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  • 2008-11-08 17:34:09
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  • Un compañero del instituto
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