LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM_LOS-LIMITES-DE-LA-TIERRA_2008_12_17_EL-PEON-CAMINERO

Ha llovido mucho estos días, los torrentes bajan llenos de agua, como pocas veces en los últimos años. Las cunetas de las carreteras y caminos son pequeños riachuelos. Las carreteras han sufrido la invasión de rocas y piedras, que han caído desde las laderas de las montañas. Hay trabajo para limpiarlas, pero con las palas mecánicas de los potentes tractores, se hará el trabajo con rapidez y eficacia. \n\n

Lo que ya no es tan sencillo es el arreglo de los pequeños desperfectos de las carreteras de segundo orden, que suelen ser las grandes olvidadas. Ya no hay peones camineros, aquellos empleados que se encargaban de los pequeños desperfectos, y que guardaban sus herramientas en aquellas casitas de aperos que había a un lado de las carreteras. \n\n

El peón caminero era un personaje insustituible. Trabajaba como un artesano de las carreteras, y era un empleado que realizaba un trabajo de valor incalculable. Vivía a pie de obra, y trabajaba con calma. Recuerdo vagamente a alguno de ellos, y no sé por qué, pero lo asocio al empleado municipal del cementerio, al enterrador de la época en que yo era pequeño. Me parecían dos hombres muy serios que realizaban un trabajo misterioso e importantísimo. \n\n

Entonces se hacía una parada en el camino y se arreglaban los enseres que tenían que durar lo máximo posible. La reutilización abarcaba gran parte de las cosas que se utilizaban: los envases de las bebidas, los recambios de las bicicletas, los utensilios de cocina. Las máquinas de escribir se transmitían de padres a hijos (quien las tuviera) y las máquinas de coser (éstas sí solían estar en cada casa) pasaban de madres a hijas; se zurcían los calcetines y se arreglaban las planchas y las cafeteras de los bares; y los pantalones llenos de remiendos podían durar muchos años, a pesar de estar sometidos a los estragos de los trabajos más duros.\n\n

En algo nos diferenciamos de aquellos tiempos, y es en la reutilización. Pocas cosas se reutilizan hoy en día. Aunque hay detalles curiosos que me hacen sonreír, y no con una sonrisa sino con una carcajada solemne: hay jóvenes –y algunos que ya han crecido bastante- que llevan pantalones vaqueros agujereados, grandes agujeros sobre la rodilla o a la altura del muslo. Incluso se venden en tiendas de moda. Es como darle la vuelta al calcetín del tiempo. Entonces todo se reutilizaba, porque nada sobraba. Ahora, en cambio, las sobras se convierten en moda. No está tan mal, si bien se mira. \n\n