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  • Berlín es una ciudad que nos lleva a la historia directamente. Paseas por sus calles a primera hora de la mañana y empiezas a imaginar, a mezclar imágenes de edificios y de árboles y a elaborar con todas ellas posibles situaciones vividas por los berlineses hace sesenta años. Pero no es un lugar anclado en su historia sino todo lo contrario: parece que hay mucha gente joven, más que en otras ciudades, que quiere encontrarse a gusto, y que hace lo posible para que así sea. En los bares y cafeterías, que son tan cálidas como una casa acogedora, tomamos café y nos sentimos acogidos como en cualquier ciudad de las que conocemos de toda la vida. Tiene algo en común con Madrid, con Nueva York, con Bilbao, ciudades en donde me siento tan a gusto, y es quizás la convicción de que siempre habrá alguien que te mira con simpatía, un gesto de alguien que te quiere decir algo y que te lo va a decir con una simpatía de ser humano que desea ser agradable a otro ser humano. Las ciudades deberían ser siempre el lugar del encuentro entre las personas, un gran sitio en el que realzar la característica esencial de cada uno de nosotros, que es el hecho de ser sociable por naturaleza. \n\n

    Paseamos por la ciudad un día entero, y vemos hermosos monumentos de reconciliación , la madre que tiene en su regazo a su hijo, iluminados por la luz tan débil y tan acogedora del otoño de Berlín, la madre que acoge a todos los desaparecidos que caben en el corazón de un ser humano, y nos apercibimos de que un monumento tan bello es el símbolo de un país que sabe lo que es el dolor propio y a la vez ha aprendido lo que es el dolor de los demás, porque sólo en el reconocimiento del dolor de los otros está la auténtica reconciliación, que es la raíz de la esperanza en un futuro mejor. No, ni tan siquiera la lluvia nos detiene, seguimos andando pero ya somos un poco mejores, y sabemos que siempre habrá en Berlín un comienzo de algo, y que por esto nos encontramos a gusto, porque la vida ha de ser siempre la posibilidad de un comienzo. El día no acaba aunque la luz sea tan débil. Al contrario, es una luz que te acoge benévolamente, como el interior de la casa de M y S, que se vuelca hacia la calle en donde no hay más ruido que el imprescindible, y desde donde vemos los árboles que se parecen a las personas, tan acompañados por los otros árboles, tan cercanos y tan iluminados por la luz del otoño que parece que quiere absorber toda la trascendencia de la mirada, deseosa de saber más y de extenderse más allá, para abarcar lo máximo posible. \n\n

    Repican las campanas con frecuencia en Berlín, y paseamos arrullados por este son tan parecido a la música verdadera.\n\n

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  • 2008-12-22 19:44:13
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