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  • Creo oír la lluvia sobre el toldo de la terraza. \n\n Me levanto y es cierto: llueve en esta madrugada del quince de agosto, como en los viejos tiempos. \n\n Y en seguida, en mi cerebro se activan los mecanismos de un recuerdo: en Sa Cabaneta solía llover siempre a mediados de agosto, y después de la tormenta me gustaba mucho salir a la calle y ver cómo corría el agua por la cuneta, como si fuera un pequeño río. \n\n No había alcantarillas, y el agua buscaba una salida hacia algún lugar. No era difícil, porque el pueblo está sobre una colina, y el sumiderero era el valle. Después, al cabo de unas horas, a ambos lados de la calle se había depositado mucha arena, el sedimento de la lluvia, una playa para liliputienses. Y con una rama delgada de almendro dibujaba extrañas figuras geométricas, y disfrutaba mucho más que dibujando con los lápices de colores Alpino sobre un folio blanquísimo.\n\n Pero esta mañana la lluvia alegra sobre todo a los pobres árboles del amor de mi calle, exhaustos después de dos meses de calor y del abandono a que los somete el Ayuntamiento de Ciutat. \n\n Llueve cinco minutos, diez, casi quince, y no me muevo de la terraza, como alelado, viendo la calle desierta y el balanceo de los árboles, que suspiraban desde hace semanas por un poco de lluvia. \n\n Cuando deja de llover sigue soplando el viento y todo se limpia, incluso la mirada. El perfil de la Sierra se distingue con claridad, y se ven muy bien las nubes que cruzan el cielo desde el norte hacia el este, como si barrieran el cielo y la tierra de todas las impurezas del verano. \n\n Salgo a la calle. Hay remolinos de hojas secas que ya se han caído de los plátanos, y no hay casi nadie: Ciutat parece más abandonada que nunca por sus ciudadanos, que casi no existen y que huyen a las playas cuando llegan los primeros calores, buscando lo que no encuentran jamás, por mucho que se empeñen. \n\n Los barrios periféricos, cuando no hay gente, ni tránsito de coches, parecen el esqueleto de un cuerpo decadente. La estrechez de miras de los malos planificadores municipales, los arquitectos mediocres y los especuladores parecen resaltar con fuerza sobre el tejido de las calles de Ciutat. Y aquella arena de la infancia, sobre la que dibujábamos los sueños, no es más que una fràgil reminiscencia del pasado. La vida es en buena parte aquel dibujo que hicimos, borrado por el tiempo.\n\n Regreso a casa. Me cruzo con un hombre que parece que busca a alguien, y que hace extrañas muecas con todos los músculos de su cara, como si esta brisa de hoy fuera un suplicio en vez de una delicia. Nunca llueve a gusto de todos, ciertamente. \n\n Lo que más me disgusta de esta mañana deliciosa es que hayan abierto la gran puerta del almacén del supermercado. A mí me parece que lo dueños de los grandes almacenes deberían de haber dado el día libre a sus empleados. \n\n \n\n \n\n
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  • 2008-08-15 09:04:03
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  • Lluvia de verano
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