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  • En el puerto de Ciutat hay muchos llaüts y muchos yates. Los llaüts están amarrados al lado del paseo, y los yates lucen su misterio un poco más allá, ofreciéndose y ocultándose a la vez. Yo me olvido de los yates, de su obscura brillantez y de su porte aerodinámico. \n\n Los llaüts son de madera, de una substancia que parece conservar la vida de los árboles. Es como si la existencia del árbol del que procede haya cambiado de medio: en vez de vivir en el aire la madera vive en el mar. Si se reseca, nunca llega a morir del todo: vuelve a vibrar su savia con una o dos manos de aceite. Un llaüt, con su proa y su popa acabadas en punta, con su abdomen ancho y fecundo, donde el marinero guarda sus aparejos, es un acompañante del mar. Hay una coordinación casi perfecta entre las olas y las oscilaciones de un llaüt: es la cuna de los marineros viejos que no acaban de envejecer nunca.\n\n Un llaüt nos hace sentir ciudadanos de espíritu libre, la presencia de un llaüt es una contribución a lo verdadero mucho más sincera que la Catedral imponente o la orgullosa Lonja. Cada llaüt que sobrevive a la estética de las modernas embarcaciones metálicas es un pequeño monumento a la hermosura de lo sencillo, con sus nombres soñadores (Luna de agosto, Corazón de los Puertos, Mi Azucena Galante...) y su sólida capacidad de navegar gracias a la pericia de los buenos marineros que se dejan llevar por la vela latina. Su mecánica ancestral nunca empuja las aguas del puerto; al contrario, la madera sólo se desliza, como si acariciara el lomo de la mar.\n\n En un lláüt no hay apariencia alguna. Todo es visible: su madera alegre y madura; su marinero de piel curtida y manos de pescador, acostumbrado a trabajar las redes para capturar aquello que hace falta para vivir: ni más velocidad, ni más gula que la precisa. En el puerto, el palo de la vela es la pieza que señala el norte de todas las aventuras, y también el límite que no hay que cruzar: no mucho más allá de la bahía. Nosotros, que respetamos el mar, y que sólo lo miramos desde la orilla, somos amigos de los marineros de los llaüts, tan cercanos y tan humanos, y saboreamos alguna de sus palabras maceradas en la sal de alegría y de las decepciones de la existencia, todo mezclado.\n\n A veces nos acercamos más de lo preciso y nos atrevemos a acariciar el cuerpo del llaüt, el cuerpo de madera dulce, como si fuera un cuerpo que hay que respetar, tanta es la historia frágil que contiene y tantas son las conversaciones silenciosas a las que ha asistido entre las olas y los viejos marineros. \n\n Los yates desconocen el lenguaje de un llaüt. Por esto están tan solos, a pesar de su poderío de tecnología punta. \n\n
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  • 2008-08-24 10:31:36
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  • La estética de las embarcaciones
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