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Un libro de poemas es una caja de sorpresas. Yo siempre recuerdo con emoción los libros de la Colección Adonais que adquiría en mi época de estudiante en la Porta de l'Àngel de Barcelona, en la Llibreria Porter, por 18 pesetas. Conservo todavía algunos; otros, desgraciadamente, se han perdido durante los sucesivos cambios de domicilio. Son libros pequeños, de una humildad sólo aparente, porque en su pequeño formato están los secretos de lo que debe ser un libro: sencillo y limpio, con una limpieza que se puede aplicar tanto a la presentación como al contendido. Todos ellos han envejacido bien, y si hay algunos que tienen ya el color amarillento de la vejez es porque tienen tantos años como un adulto. \nAsí que a los veinte años tenía mi pequeña colección casi clandestina, que leía en el metro, porque el metro siempre me ha parecido un lugar maravilloso para leer poesía. Entre estación y estación se puede sentir una emoción como un relámpago, que eso es la poesía, como si fuésemos a lomos de una función de pulsos abruptos, o de diente de sierra. \nEn la juventud quizás no se entienda muy bien lo que se lee, aunque eso sea muy difícil de aceptar, porque todos los que lo hemos sido sabemos que los jóvenes quieren tener la llave secreta del conocimeinto absoluto. Es posible que tenga que ser así: la teoría es bella y los jóvenes se deben alimentar de ella, para nutrirse convenientemente. No se puede ser un adulto que no ha sido idealista en su momento. Pero es en la madurez cuando la experiencia empieza a ser contrastada con lo que aprendimos de jóvenes, cuando el orgullo de sentirnos los herederos del mundo no nos permitía aún sentir que la duda y la belleza van cogidas de la mano.\nY llega el día en que podemos entender las profundidades de la poesía. Ya sé que hay quien asegura, con argumentos poderosos y sabios, que un poema se hace con ingredientes sonoros de una sutil arquitectura cuyo significado no va más allá de una emoción formal que se alimenta de sí misma. Pero yo pienso que la poesía está en las palabras cargadas de sentido, como si fueran piezas que encajan la una en la otra dando sentido a una emoción devastadora que a veces puede ser sólo un pensamiento hermoso...\nLeed 'Un arco iris nada especial' de Les Murray. \n\n
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