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  • En mi casa el Carrusel Deportivo era la referencia de aquellas tardes larguísimas de domingo. Pero la voz de Vicente Marco me impulsaba directamente al paisaje imaginario de otras ciudades y de otras experiencias, en contraste con el aburrimiento de la catequesis y de las costumbres. \n\n

    Él y los corresponsales en los estadios de primera y segunda división me llenaban la cabeza de ilusiones, de deseos de ser yo también un buen jugador de fútbol, no ya como Gento o Luis Suárez, sino como Alberto Bergara, mi modesto ídolo, que marcó uno de los goles de aquel inolvidable 5 a 2 del Mallorca al Real Madrid, un día de Navidad de 1962.\n\n

    Era una voz fuerte y segura de lo que decía, suave cuando solicitaba que entrara en antena algún corresponsal, tierna y afable –quizás ahora me lo parezca más, por la dulzura del recuerdo-, llena de resonancias de lo que me gustaba a mí: el fútbol, la narración de la epopeya, casi bíblica, de un gol de mi equipo, tan difícil, porque ganaba pocas veces, hasta el punto de que su destino parecía descender a segunda sin remedio. \n\n

    Habría que analizar hasta qué punto aquellas voz que se expresaba en un español tan perfecto, me ayudó en mis estudios de bachillerato tanto o más que los libros raquíticos de postguerra: oír hablar a Vicente Marco y a los corresponsales de la Cadena Ser era una lección de gran valor para la asignatura de Lengua, y desde luego para entender mucho mejor las endiabladas cuestiones sintácticas, tan difíciles de masticar si sólo nos ateníamos a las explicaciones de nuestro limitado -aunque voluntarioso y modélico- maestro nacional. Sujeto, verbo y predicado, con sus ramificaciones directas, indirectas y circunstanciales: estoy seguro que lo aprendí intuitivamente de Vicente Marco, de Lamberto Cortés, de Juan de Toro.\n\n

    Y de repente hace unos días leo la noticia de su muerte, y me doy cuenta de que por primera vez veo su foto, no de ahora sino de hace años, y caigo en la cuenta de que nunca me había imaginado su cara, ya que para mí era sólo una voz, la voz de un narrador que me detallaba las jugadas de los partidos con una precisión casi visual. Veo su retrato, su pelo hacia atrás, su aspecto inequívoco de persona madura de aquellos años, con el fulgor de una huella de inteligencia que quizás no había en la mayoría de las personas que me rodeaban.\n\n

    Aunque quizás lo que se transparenta a través de su expresión es su capacidad de comunicarse, como si cada uno de sus rasgos faciales estuviera dirigido a narrar la sutileza de un toque de balón, un pase desde el centro del campo al ángulo izquierdo del área, y yo pusiera toda mi atención, toda la atención de la que es capaz un niño de diez años que no conoce la televisión ni las ciudades, y se apresta a recibir una lección de imaginación y de sintaxis a través de las ondas.\n\n

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  • 2008-09-02 11:01:57
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  • La voz de Vicente Marco
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